LAS ZAPATILLAS DE BALLET - L. Brixen

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Autora: L. Brixen.


La luz me baña una vez más, despertándome de mi letargo.

Las cortinas se abren y es como si el telón se despejara frente a mi audiencia de una persona en este escenario ya tan repetido e íntimo entre nosotros dos.

Lo veo sentarse frente a mí. En el mismo lugar de siempre.

Pero no me muevo, permaneciendo colgada de mis cintas de raso rosado frente al espejo decorado de fotografías de una familia congelada en el tiempo.

Ya no hay quien llene con sus pequeños pies la forma de mi cuerpo vacío.

La habitación de una pequeña que creía en princesas y bailaba como las hadas con sus mallas y tutú rosa se ha vuelto mi único teatro.

Y el silencio, la música que nos envuelve.

Antes, yo pisaba las tablas frente al destello de reflectores y un gran público.

Practicaba frente a espejos en un salón lleno de otras niñas.

Pero ninguna era como la mía que parecía flotar con cada movimiento que juntas componíamos al compás de las más hermosas melodías.

Aunque siempre sentí la verdadera felicidad de mi bailarina cuando sus piecitos envueltos en mi dura carcaza danzaban frente a sus dos más fervientes admiradores en medio de la sala de lo que en aquella época se podía llamar hogar.

Todavía recuerdo a la mujer de cabellos castaños cobrizos y mirada de otoño que un día, ya muy lejano, me entregó a las manos de una pequeña igual a ella; y al hombre de sonrisa brillante y pecho henchido de orgullo que aplaudía con fuerza cuando mis puntas rozaban el suelo en pasos mágicos como hechizos nacidos de mi hada.

El mismo hombre que desde hace demasiados días, meses, años se acomoda en la esquina de una cama de blanco acolchado y fija sus ojos celestes cansados, húmedos y apagados en mí.

Mi quietud encuentra su eco en su rostro.

Un rostro antes lleno de vida y carcajadas, ahora es surcado por líneas amargas.

Sus cabellos ya no son castaños, pues el gris gana la batalla en su cabeza.

Los minutos pasan, como cada mañana en nuestra cita habitual.

Así son nuestros encuentros.

Ambos añorando la alegría perdida.

Hasta que llega la hora de nuestra despedida.

El único momento en que el silencio es roto por el quiebre de su voz y el llanto vence sus ojos. Sus manos acarician mi piel herida de viejos raspones y se aferran a mí como si fuera ella.

—Georgia, hija. ¿Dónde estás? Por favor, vuelve —suplica como cada día antes de llevarse sus lágrimas con él al salir y dejarme sola por completo.

Sí, pequeña Gigi.

Vuelve a nosotros.

Lléname de magia una vez más.

Regrésame a la vida.


*Georgia pertenece a la Saga "Shiroi Akuma".

*

Si te interesa leer más sobre esta autora, puedes acceder a su perfil: Lucia_B_81

El drama en lo inanimado - AntologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora