El drama en lo inanimado - Antología

DESDE LA REPISA - Kass Dragon LC

Autora: Kass Dragon LC.

Paso mis días ahí, sentada en una repisa en lo alto del gran librero, rodeada de objetos que al igual que yo permanecen inamovibles ante el mundo, cada uno sumido en sus pensamientos sin siquiera ser capaces de mirar a quienes los rodean, impasibles ante la frialdad de trato de quién nos puso aquí, sonriendo de forma forzada mientras esperamos que alguna vez recuerden quitarnos la capa de polvo que nos cubre, sabiendo que seguramente eso solo pasará cuando vengan visitas pues es entonces cuando nos recuerdan y es que debemos lucir bien para que no los critiquen por descuidados, sin saber que el resto del tiempo estamos olvidados.

Recuerdo esa época en que mi lugar no era esta dura y fría repisa, cuando sentía un par de brazos dulces rodearme y la risa alegre inundaba mis oídos mientras viví miles de aventuras, pues aunque nadie lo supiera era la actriz más reconocida, una que fue princesa, villana, amiga y enemiga, todo eso y más en una tarde soleada en el jardín de la gran casa en que vivía, acompañada de ella, la pequeña de ojos miel y cabellos castaños que me observaba con admiración y cariño, esa época en que me sentía feliz pues aún con los juegos rudos que más de una vez rompieron alguna parte de mi, yo me sentía viva, aunque sabía que nunca lo estaría, al menos no por completo.

Y se que sonara a una locura, ¿por qué iba a querer yo ser lanzada de un lado a otro? ¿Por qué iba a querer volver a sentir que me presionaban con fuerza? ¿Por qué querría ser manipulada contra mi voluntad? Bueno, quizá nunca lo entiendan pero yo quería eso, sigo queriéndolo porque de esa manera mis cabellos de estambres rojos no se sentirían tan pesados por el polvo acumulado, mis ojos de botones verdes dejarían de arderme de forma dolorosa, mi piel hecha de la manta más suave dejaría de sentirse como si se fuera a quebrar de lo reseca que está y mi vestido, ese lindo vestido que mi pequeña creó para mí cortando el mantel de cocina aún a pesar de los gritos de su mamá, ese vestido que me hizo con todo el amor que una niña podría tener, dejaría de estar todo arrugado y quizá hasta repararían al fin las mangas que se han roto por culpa de mi más grande enemigo, el tiempo.

Sin embargo aquí estoy en esta fría y dura repisa observando como el lugar que tanto color tenía por las risas de mi niña, se ha vuelto gris ahora que no está, dejaría de sentir la furiosa mirada de su madre que me mira con rencor y odio sin saber que yo también la extraño, aunque no sé si podría culparla pues yo fui y siempre seré la muñeca favorita de su única y difunta hija.

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