TESTIGO - Carolina Londoño

16 7 1
                                    

Autora: Carolina Londoño.


Hay días en que vienen a esculcarme, me sacan todo lo que tengo poco a poco y me dejan vacía. En los últimos días del mes, tengo tan poco en mi interior que me duele. Pero hay otros días, dónde estoy tan llena que no saben cómo acomodar lo que tengo dentro, juegan tetris, acomodan todo para que quepa de la mejor forma. Mi cuerpo tiene diferentes sabores, olores y colores.

Algunas veces dejan tanto tiempo las cosas dentro, que comienzan a deteriorarse, y un raro olor empieza a meterse en mis entrañas. Quiero gritar, decirles que lo saquen, pero no me escuchan. La única forma en que lo hacen es cuando aumento mis ruidos, los cuales revisan preocupados, sin hacer nada más que mirarme, tratar de acomodarme y seguir. Pocas veces llaman a un técnico para analizarme al detalle y encontrar mis fallas.

Hoy es un día especial, ella no me ha soltado, cada momento me abre y saca algo. Canta mientras prepara la comida, yo la observo y estoy feliz, ríe a cada rato, mientras mira un objeto que tiene en su mano. Éste es reciente, es un niño en casa y pocos lo conocemos, lo envidiamos porque mantiene con ella, le habla, la escucha y en este preciso instante le dicta una receta. Yo, la anciana de la casa, disfruto entregándole lo que pueda sacar de mi interior.

Todos hoy en la cocina celebramos, el horno, que hace rato no era utilizado, huele bien, lo mismo que algunos objetos poco usados, y otros electrodomésticos que salen una vez al mes. Después de tres horas de estar allí, se va para su cuarto, ahora todo está en silencio. Por hoy ha terminado con nosotros, me siento un poco menos cargada y estamos felices de que nos tenga en cuenta en sus rutinas.

Luego vuelve, está hermosa, tiene un vestido arriba de sus rodillas, negro, con un escote que deja ver un poco de sus senos y la curvatura de su cuerpo. Rápidamente, llega la noche con su silencio y oscuridad. Tocan la puerta y ella le abre. Él saluda con un paciente beso y la acompaña hasta el comedor. Yo puedo observar cada detalle de este pequeño espacio.

Se sientan a comer, él todo el tiempo, alaba su deliciosa cena, mientras ella, apenas sonríe y baja la cabeza apenada. Él le agradece y le dice que es la comida más rica que ha probado en su vida, luego se levanta y prende el pequeño bafle que me acompaña desde el primer día. Recuerdo cuando ella nos compró en la misma tienda y desde entonces nos hemos vuelto amigos inseparables. El sonido sale de su vientre y desde su esquina, me hace una seña de satisfacción. Hacía rato, no lo escuchaba, hoy también está feliz.

Su acompañante se acerca y con un gesto la invita a la pequeña pista de baile, ella le acepta su propuesta y lo sigue tomada de su mano. Después, él la toma de la cintura, mientras ella reposa sus manos sobre sus hombros. Comienzan a bailar una pieza suave, luego él le besa el cuello, busca su boca con deseo y comienza una danza de cuerpos y besos en este lugar.

Observo que los besos están cada vez más rápidos y seguidos, la temperatura del sitio aumenta, desearía no ser testigo, pero no puedo, esta escena está al frente mío. Ella se sienta en la mesa del comedor, él luego se baja los pantalones, mientras la sigue besando, ella abre las piernas y lo recibe. Comienzo a escuchar sus respiraciones cada vez más agitadas y al final gritos, se tiran sobre el tapete, cansados y dichosos.

No entendí que fue todo lo que sucedió, solo sé que ellos están extasiados y se miran el uno al otro con ternura y amor. Y yo, desde mi puesto, estoy feliz porque sé que fue gracias a mí, que todo esto, pasó.

*

Si te interesa leer más sobre esta autora, puedes acceder a su perfil: carolondo

El drama en lo inanimado - AntologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora