Segunda parte

840 74 81
                                    

Comenzó a rodar, golpeándose todo el cuerpo con las escaleras que descendían. Cubrió con sus manos su cara y al final quedó quieto, gimió de dolor y trato de ver algo pero la oscuridad era demasiado, comenzó a palmar todo, ya no había más escaleras. Lloriqueo impotente ante lo que estaba pasando. Era tan iluso creyendo que unas personas así podían tener una fiesta tan tranquila. No sabía dónde estaba que haría o que pasaria. Seokjin mencionó que era el infierno pero no lo ayudó en absoluto. Gritó lleno rabia, rabia contra Taehyung, Jeon, Seokjin contra esa gente pero sobre todo contra él mismo.

Si tan sólo hubiera accedido a morir ahí, a irse al estómago de ese pobre diablo su vida hubiera terminado siendo una maldita víctima. Pero ahora ya no lo era, su ambición con las ganas de vivir pudieron más.

Siguió gateando y palpando hasta que que chocó con una pared. Aspiró fuerte mientras se levantaba, los muslos y mejillas le dolían al igual que la espalda pero logró erguirse. Les daría lo que quería. Dejaría que se divirtieran con él, tomaría lo que le había dicho el imbécil de Seokjin y lo haría realidad.

—El infierno lo viví todos los días durante cuatro años. —murmuró y comenzó a caminar.

Las pisadas resonaban bajo el suelo de metal. El sudor le adornaba la frente y su cabello ya estaba hecho un desastre pero siguió avanzando atento a cualquier sonido que no fuese el de sus zapatos o su propia respiración. No podía fiarse porque lo matarían ahí mismo. Tenía un plan muy vago de lo que haría: fuese lo que fuese que encontrara al primero que buscaría sería a Jimin. Juntos buscarían una salida y cuando encontraran a Taehyung lo obligaría a sacarlo de ese lugar y llevarlo a cualquier otro, incluso a la muerte misma.

La nube de pensamientos se esfumó cuando chocó con algo frente a él, volvió a palpar. Era una puerta. Busco la manija o argolla para abrirla, cuando la tuvo entre sus dedos jaló tan fuerte como pudo.

La luz le cegó por un momento, cuando se hubo adaptado qué lugar era una especie de laberinto mira hacia arriba y se dio cuenta que el cuarto donde había estado unos minutos atrás eran aquellos que se alzaban arriba. Lo que sea que estaban tramando, cualquier juego que hubiese ahí, ese lugar estaba diseñado para haber un espectador y un animalillo de experimento.

Era mucho más grande de lo que había visto desde arriba. Comenzó a caminar mirando a todos lados pero no halló ruido o alguna persona alrededor. Deseaba ver de qué trataba así que comenzó a caminar. Había muchos adornos ahí; cuadros extraños, zapatos colgando, ropa tirada y rocas. Incluso podía notar una especie de antena. Siguió caminando. Creyó que solamente lo habían tirado allí para asustarlo, para hacer que el panico lo comiera vivo y asi hacer estallar su ira que mantenía en su corazón cada vez más inservible.

Estaba pensando en eso cuando un grito inhumano se coló por sus huesos y erizó los vellos de sus brazos. Junto con un sonido desagradable que estaba seguro que era pero sí lo aceptaba el miedo lo invadiría de nuevo.

Sabía por los gritos y el sonido que un cuchillo estaba sodomizando el cuerpo de alguien más. Ese era el infierno del que tanto le habían hablado, el que lo haria forjar su carácter. Tendría que ver mucha sangre e incluso quizás se vestiría de rojo. Sus sentidos se pusieron más alerta y comenzó a caminar más rápido pensando qué podría hacer para evitar si alguien intentara hacerle algo. No le dio tiempo de tan siquiera pensar en una posibilidad pues enfrente de él una mujer bañada en sangre, con un cuchillo y una máscara de lobo apareció en su visión.

Rugió como una loca y se abalanzó hacia él tirandolo al suelo. El pánico lo inmovilizó lo suficiente para apenas detener el cuchillo que se acercaba a su garganta. La mujer reía.

—Eres mío, te llevaré a mi casa, voy a comerte vivo pedacito a pedacito.

Algo golpeó a la mujer en la cabeza y esta cayó muerta o inconsciente, no le importó su suerte, se arrastró rápido y cuando pudo levantarse un hombre estaba frente a él. Un chico pálido ojeroso y bastante delgado. Le miraba compasivo y en su mano tenía una piedra.

bon appetit auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora