Capítulo 2🦋

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20 años después.

Canon in D de Pachelbel, sonaba desde el piano en un salón de la residencia Jeon. Melodía que los ágiles dedos de un joven Jeon Jungkook conocían a la perfección. De todo el repertorio musical que poseía en sus partituras, esa era su preferida.

Perteneciente a una de las familias más influyentes del momento, un doncel de modales exquisitos, siempre atento y cortés. Su educación, esmerada y completa, le permitía desenvolverse con soltura en cualquier conversación, ya fuera sobre literatura, arte o música, al poseer un don especial en esta última.

El rasgo más característico de los Jeon ha sido poseer una brillante y ondulada cabellera negra y él no era la excepción; de hermosos ojos igual de oscuros, piel blanca y pulcra, con un cuerpo saludable y bien proporcionado. No había belleza igual o cercana a él, y esos mismos atributos han hecho que muchos hombres, de todas las edades imaginadas, deseen desposar al delicado doncel. Pero él ya estaba comprometido.

Recién cumplida su mayoría de edad, asistió a un evento junto a su madre, Jeon Jisoo, en donde cruzó miradas con el que creyó se convertiría en el amor de su vida. Un hombre muy bien parecido, de rasgos afilados y sonrisa soberbia, caminaba por todo el sitio como haciéndose dueño y señor de lo que sus manos tocaran. Y puede ser que tanta seguridad reflejada en tan elegante caballero capturara su inocente atención.

Un par de sonrisas cómplices, miradas que inclusive a la distancia decían más que mil palabras y, el broche de oro, la invitación a un par de copas del champagne más fino fue lo que inició el inevitable encuentro entre el apuesto desconocido y el hermoso doncel.

Jungkook se sentía ilusionado, volando sobre las nubes, por haber acaparado la atención de ese hombre que tampoco parecía tener quien igualara esa masculinidad que emanaba; Min Yoongi, era su nombre y lo idealizó tanto que lo nombró el único digno en compartir tiempo a su lado. Lord Min, luego de charlas y promesas de volver a encontrarse después de aquel día, se dedicó en llenar de regalos al doncel, quien aceptó gustoso cada uno de ellos en una clara respuesta positiva a que podría compartir lazos con él.

Fue así, entre tantos detalles que se dieron por dos años; cartas dirigidas a su nombre que le robaban largos suspiros de ilusión y costosas joyas con notas que indicaban «el doncel más hermoso del mundo merece recibir lo mejor», que la pedida oficial para un compromiso más serio llegó.

La señora Jeon aceptó con toda felicidad dicha unión entre su hijo y el hombre que le doblaba la edad, pues ya había visto cuarenta y cinco primaveras pasar frente a él. Pero pareciendo ser ella la nueva prometida, se dedicó en cuerpo y alma en divulgar tan maravillosa noticia de la pareja entre su círculo de élite y desde aquel día, al cuál le han transcurrido ya varios meses, se ha encargado de cada minuciosa decoración para la ceremonia que justamente se llevará a cabo ahora.

— ¿Joven Jungkook? —la voz de una señora bastante mayor resonada en los pasillos de tan enorme mansión, a pasos algo apresurados debido a su edad y en búsqueda del pequeño que tanto adora, encontrándolo por fin en el salón del piano y brindándole una suave sonrisa. —Joven Jungkook, aquí está, lo busqué por todas partes.

Su nana lo cuidó desde que era un bebé, siempre veló por su seguridad y procuró que nunca le faltara amor. A sus ojos siempre sería el niño de luceros enormes y gentiles que la buscaba cuando hacía una travesura y necesitaba de su protección ante su estricta madre.

— Jungkookie. —insiste cuando lo ve aún absorto en su música. —¿Recuerda qué día es hoy?

Jungkook abrió sus ojos despacio, al mismo tiempo que dejaba de tocar, volteó en dirección a su nana y le dedicó una enorme y reluciente sonrisa, llegando a formar pequeñas arrugas alrededor de sus ojos y su nariz.

Married with a dead || TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora