♟| 7. Vandery

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DIGA PRESENTE Y GRITE 7 VECES:


BAILEY VANDERY

Empecé a recobrar consciencia de forma lenta, me desperté con la vista empañada y un dolor punzante en mis extremidades, pardeé repetidas veces sin dejar de escuchar el pitido de las máquinas a mi alrededor, confundida, despertando y volviendo a caer en la inconciencia incontables veces, hasta esa mañana que todo empezó a aclararse. Las voces fueron más nítidas, los colores, el dolor, la irritación en la garganta. Jadeé por quitarme el aparato que tenía sobre boca y nariz, moví mi mano con frenesí queriendo llevarla hasta mi cara sin conseguirlo. Unos pares de ojos que conocía se posaron encima de mi cabeza y me tranquilizaron con palabras bonitas mientras quitaba el tubo por donde respiraba y llamaba a los doctores.

Fue una mañana caótica, los recuerdos llegaban de golpe, uno detrás del otro aniquilando toda la paz que sentí por segundos y dejando un miedo asentado sobre la boca de mi estómago que me recordaba que estaba en peligro, que alguien intentó matarme que...¿Y mi hija? ¿Clarence? ¿Mi hermano? Nada habría valido el esfuerzo si ese maldito hubiese conseguido lo que quería.

—Tranquila —siguió susurrando Valorie mientras me acariciaba el cabello en lo que el doctor me analizaba y revisaba todos mis signos —. Estás a salvo, estás bien, yo te tengo, deja que el doctor te chequee —su voz me arrulló como a una bebé, dejé que su calma detuviera el mover violento de mi corazón y respiré contra su pecho, repitiendo una y otra vez lo que ella había dicho.

Estaba a salvo.

El doctor le dio el visto bueno y desconectaron la máquina de respirar y otras cosas conectadas a mi cuerpo, miré a todos lados consciente de que a pesar de todo el instrumento medico presente, aquello no era un hospital. Intenté encontrar mi voz en medio de la irritación de mi garganta sin conseguir más que un sonido raro y ronco inentendible.

—Bebe agua —pidió Val, poniendo el vaso de cristal cerca de mis labios y empujando el liquido por mi garganta con ternura. La quemazón cesó, busqué sus ojos y apreté su mano, Dios, la paz que me daba saber que era ella que estaba allí sosteniéndome y no él.

Había tenido miedo, mucho miedo, vi la muerte tocarme y acariciarme como si fuese suya; y todo lo que pensé era en lo mucho que le debía a Clarence y que no había podido darle, cosas que Atlas intentó quitarme al momento en que enterró su cuchillo dentro de mi cuerpo, forzándome a una situación que no quería.

—¿Dónde estoy? —pregunté, la voz no era totalmente mía, había un tono ronco en ella pero al menos se me entendía. Las caricias de Val se sintieron bien contra mi cuero cabelludo —. Intentó matarme —acusé —, el jodidamente intentó matarme. ¿Me encontraste?

Valorie negó lentamente.

—No es como piensas.

—¿No es como pienso? —pregunté demasiado duro y terminé tosiendo enloquecida, recibiendo palmadas en la espalda de la mujer que consideraba mi mejor amiga —. Empujó un cuchillo dentro de mí, joder.

Me palmeé el vientre y bajé la mirada para encontrar un...bulto, nada parecido a mi escasa barriga de cuando había estado interna en el hospital psiquiátrico. Un jadeo brotó de mi garganta, levanté la cabeza para exigir una explicación de Valorie, con mis manos ahuequé mi vientre y acaricié lentamente. Era lo que pensaba, lo sabía.

—No quiero abrumarte, acabas de despertar —dijo, con lentitud —. Han pasado casi tres meses, Bailey.

Exigí una explicación para no enloquecer en ese momento, ¿tres meses? Había paralizado mi vida por tres meses y todo había seguido su maldito curso. ¿Y mi hija, mi hombre? Era todo lo que podía pensar, mientras pensaba en el hecho de que había durado 3 meses atada a una cama y a unas maquinas in hacer nada más, mientras gente que amaba me necesitaba y mientras dos bebes crecían dentro de mí. No iba a alejar a Clarence otra vez de un embarazo mío, no iba a permitir que la historia se repitiera, no quería repetirla.

La reina de los engaños  | [Trono Envenenado II ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora