Diga presente:
CLARENCE DOMINIC
Todo se desmoronó.
Ni un huracán, ni un terremoto, ni un meteoro, hubiesen sido suficientes para acabar con mi cuerpo y alma como lo fue esa maldita frase.
Esta muerta.
Esta muerta.
Esta muerta.
Años de terror, años de miedo a escuchar esa frase salieron desbordados fuera de mi cuerpo y un temblor asesino me sacudió el cuerpo, como si el mundo se hubiese congelado de pronto y no soportara el clima. Mi cuerpo se sacudió espasmo tras espasmo y luché con mis ojos para que las lágrimas se quedaran donde estaban. El teléfono en mi mano se convirtió en añicos debido a la forma en la que lo había sujetado luego de cortar aquella fatídica llamada.
Está muerta.
Cerré los ojos con las ganas de vomitar creciendo y el vertido apoderándose de todo mi cuerpo. Mi pesadilla más grande se había hecho realidad y yo no había estado ahí para luchar junto a ella por su vida.
Me odié, me odié tanto que golpeé mi brazo izquierdo una y otra vez, quería hacerme daño. Quería sufrir. Acababa de encontrar a Yvaine, ¿cómo iba a decirle que habíamos perdido a Bailey? ¿Cómo iba a decirle que una vez más nuestra familia estaba rota e incompleta? ¿Cómo la miraba a los ojos y le decía que una vez más había perdido?
Controlé las ganas de gritar, controlé todo mi cuerpo para no asustar a mi hija y traté de respirar entre los pequeños huecos del nudo del tamaño de una torre que se había instalado en mi garganta.
Aton entró sin tocar, tirando la puerta con algo de fuerza, la alarma en su rostro me confirmó que ya lo sabía, me observó sin saber como tratarme y no se la hice fácil. Me quedé parado de forma estática mientras veía a mi hija dormir, debatiéndome en como proceder.
No quería ser fuerte. Por primera vez en mi jodida vida no quería ser fuerte y solo quería llorar y romper todo, solo quería destruir el puto mundo y salir a cazar al hijo de puta que se creyó inteligente poniéndole la mano a mi mujer.
Yvaine. El miedo de dejarla luego de haber perdido a su madre me atenazó. No la quería lejos de mi vista, no la quería a miles de kilómetros de distancia donde alguien pudiera ir por ella. Me enfurecí.
Nadie tocaría a mi hija. Nadie.
—Tríplica la seguridad de la mansión, Yvaine se va conmigo. Quiero ojos sobre ella todo el tiempo, soldados debajo de su habitación, en la puerta y otras ocho siguiéndola en todo momento, a su debida distancia, no quiero que absolutamente nadie toque o perturbe a mi hija —demandé —. Y trae a Yvanna Kozlova ante mí, dile que llegó su momento de pagar el favor que me debe.
Mi mejor amigo asintió y se llevó el teléfono a la oreja, dejándome solo nuevamente.
Tomé a Yvaine en brazos de donde la había dejado reposar, sus ojos revolotearon y una sonrisa genuina creció cuando descubrió que yo seguía ahí, que era yo sosteniéndola.
—Sigues aquí.
—No iré a ninguna parte, mo dhaoimein —aseguré —. Yo...necesito que vengas a casa conmigo por un tiempo, está pasando algo y prefiero tenerte a la vista. Necesito... —suspiré con dolor —. Necesito que seas fuerte, necesito que te mantengas de pie junto a mí —me sentí algo estúpido teniendo una charla profunda con una niña de ocho años que solo debería preocuparse por qué juguete querer. Pero una parte de mí sabía que Yvaine entendía, que no era cualquier niña, que entendía a ciertos rasgos el mundo que nos rodeaba —. No dejaré que nada te pase, solo dame la mano y apriétala fuerte.
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La reina de los engaños | [Trono Envenenado II ]
General FictionTRONO ENVENEDADO II (Es importante leer primero el rey de las mentiras, para entender este libro) "El juego de ajedrez aún no termina, ahora es turno de que la dama haga jaque mate." Portada: anjoanmest (anbookcover en instagram) Iniciada: Acabada: