Aphelios estaba postrado en la cama del hospital, habían transcurrido tres largas semanas desde la cirugía. Permanecía en observación, no porque su condición empeorara, sino por precaución. Los médicos estaban ansiosos por asegurarse de que todo estuviera en orden antes de dar luz verde a su recuperación.
Le habían propuesto terapia psicológica como parte del proceso de recuperación, una oportunidad para enfrentar la complejidad de sus emociones y el impacto de la cirugía en su vida. Pero Aphelios se había negado rotundamente. Argumentaba que era una pérdida de tiempo, que nada podía cambiar la situación y que no tenía sentido hablar con un terapeuta. La tristeza y la frustración que sentía por su voz perdida, la que solía ser su mayor regalo, habían erosionado su espíritu alegre que alguna vez lo caracterizó en el escenario.
Aphelios yacía en la cama, con su rostro oculto tras el cubrebocas, necesario tanto por razones médicas como por la vergüenza que experimentaba. Aquella prenda, que antes solía ser un accesorio en los escenarios, había adquirido un nuevo significado, convirtiéndose en su escudo personal. Se había convertido en una barrera que ocultaba las emociones abrumadoras que lo abatían y distanciándolo de las personas que lo rodeaban. Sus ojos, una vez llenos de brillo y energía, ahora reflejaban una tristeza profunda. El escenario que solía ser su hogar y su refugio se sentía tan lejano como un sueño que se desvanecía en la oscuridad de su realidad actual.
Desde su cama, observaba la pantalla del televisor con una expresión sombría. El reportero, con un enfoque sensacionalista, narraba dramáticamente su hospitalización y la cirugía a la que se había sometido. Sin embargo, las palabras del periodista distorsionaban la verdadera situación médica, tejiendo un drama innecesario a su alrededor.
Inventaban detalles acerca de su cirugía, afirmando que había sido un desastre y que sus cuerdas vocales estaban irremediablemente dañadas, impidiéndole volver a cantar. Las palabras "tragedia" y "pérdida irreparable" se repetían una y otra vez, creando una narrativa ficticia y perjudicial.
Aphelios se sentía impotente ante la avalancha de desinformación. La ira y la frustración se entremezclaban con una profunda sensación de traición. No solo habían violado su privacidad, sino que también habían distorsionado completamente su situación médica. Las lágrimas de impotencia llenaron sus ojos mientras escuchaba las acusaciones infundadas en la televisión.
Apretó con fuerza el control remoto en su mano, sintiendo cómo la impotencia y la frustración crecían dentro de él mientras las palabras exageradas y las imágenes fuera de contexto lo afectaban profundamente, y su expresión se oscureció con la tristeza.
De repente, la puerta de la habitación se abrió, y Sett entró con un vaso de agua y una pastilla en la mano. Sus ojos se encontraron con los de Aphelios, quien seguía mirando la televisión con una expresión afligida. Sett dejó el vaso y la medicina en una mesa cercana y se acercó a su amigo, tomando el control remoto de su mano.
"Deja de ver esto, te hará daño," le dijo con preocupación en su voz mientras apagaba la televisión.
Sett observó con un profundo pesar cómo Aphelios se erguía lentamente en la cama del hospital. A pesar de su preocupación, trató de detenerlo, insistiéndole en que necesitaba descansar. Pero Aphelios, con una mirada que reflejaba una determinación obstinada, no atendió a sus palabras. En su desesperación, comenzó a arrojar con gestos frenéticos todo lo que encontraba a su alcance, lanzando los objetos con fuerza para que se estrellaran contra las paredes de la habitación.
Las lágrimas caían silenciosamente por las mejillas de Aphelios mientras su cuerpo temblaba de frustración y rabia. Su boca se movía en vano, intentando desesperadamente articular palabras que se negaban a salir de su garganta. Sett observaba con profunda tristeza este acto de liberación, comprendiendo que era la única forma en que podía canalizar la impotencia y la furia que lo consumían.
La habitación se llenó de un caos , mientras los objetos volaban en todas direcciones. continuó su frenético episodio, lanzando más y más, como si buscara deshacerse de la tormenta emocional que lo atormentaba.
Sett pensó que ya había presenciado suficiente desahogo y que era hora de calmarlo . Se acercó rápidamente a él y le tomó el brazo con firmeza
"Basta, Esto no solucionará nada."
con lágrimas en los ojos y la respiración entrecortada, intentó liberarse del agarre , pero su fuerza estaba agotada. Se sentía vulnerable, impotente y desgarrado por dentro. Cada intento por liberarse solo parecía hacerlo ver más patético, y esa idea le dolía en el alma.
cegado por la ira y la frustración, agarró su almohada con manos temblorosas y empezó a golpear a Sett con ella. Los golpes eran torpes y sin fuerza real, pero eran una expresión desesperada de sus emociones. Negaba con la cabeza, lágrimas inundando sus ojos mientras continuaba golpeando a su amigo, como si quisiera descargar su rabia en él.
Sett, resistiendo los golpes, no ofreció resistencia. Sabía que necesitaba este desahogo, aunque fuera a su costa. Su rostro reflejaba una profunda tristeza mientras recibía los golpes, sin decir una palabra. Cada impacto de la almohada era como un grito silencioso del tormento que su amigo estaba viviendo.
Después de un rato, dejó caer la almohada, exhausto y con lágrimas en los ojos. Sett, lleno de comprensión se acercó a su amigo y lo envolvió en un cálido abrazo, acarició suavemente su cabeza y le dio palmaditas suaves en la espalda, procurando calmar su agitado corazón.
"Siempre estaré aquí para ti. Nunca te dejaré solo, ¿de acuerdo?" susurró Sett con dulzura, asegurándole que no tendría que enfrentar sus batallas solo.
Los dos se mantuvieron abrazados en silencio por un momento, permitiendo que la tranquilidad del uno al otro los envolviera. En un impulso, Sett comenzó a cantar una melodía suave y dulce, dejando que su voz melodiosa llenara la habitación con una sensación de calma La suavidad de su canto parecía acunar a Aphelios, disipando la angustia que llenaba su alma, y lo hacía sentir seguro y protegido en los brazos de su amigo. Con cada palabra entonada, la melodía envolvió a Aphelios, llenando su corazón de consuelo y esperanza en medio de la oscuridad.
ESTÁS LEYENDO
El Silencio del Micrófono
FanfictionHEARTSTEEL, era la banda que todos anhelaban ver, pero la tragedia no distingue entre estrellas del rock. Cuando un fatídico suceso priva a Aphelios de su voz, el grupo se desmorona y la música se convierte en un eco lejano de su pasado glorioso.