Promesas

Capítulo 3: Suerte es olvidar

Síndrome de Asperger: Trastorno del desarrollo que se incluye dentro del autismo y que tiene efectos sobre las relaciones sociales, la comunicación, la capacidad para aceptar los cambios y la poca flexibilidad en la forma de pensar.

Contacto visual y el Asperger: Las personas con síndrome de Asperger tienen una especie de "ceguera emocional", les cuesta reconocer los gestos o cualquier otro matiz de comunicación no verbal, son incapaces de "leer entre líneas" o de entender el sentido figurado. Encuentran abrumador el contacto visual y con frecuencia lo evitan.

[...]

Un crayón rojo carmesí se encargaba de colorear con viveza el dibujo, mientras que inconscientemente aquel niño de nueve años movía de arriba a abajo sus piernas al ritmo de la delicada melodía que oía a sus espaldas.

Adoraba esa melodía, le traía una paz que no lograba comprender incluso cuando el invierno arrasador estaba azotando su ventana.

Pero cuando la melodía se detuvo, él ni siquiera cambió de expresión. Siempre sostenía aquel rostro de pura neutralidad en sus facciones infantiles. Un plato fue colocado frente suyo, trayendo consigo un familiar olor a gardenias.

— Levi. — Una voz lo llamó.

Era cálida y reconfortante para el niño, pero él seguía pintando como si no estuviera ahí. 

— He preparado un poco de caldo para esta tarde, prueba un poco.

Sin respuesta.

Cualquiera ajeno a ella pensaría que no se trataría más que un niño caprichoso e ignorante, pero esa mujer no era cualquier persona. Su madre no era cualquier persona.

Sin cambiar en tono de voz, se puso de rodillas en el suelo donde su hijo yacía sentado frente a la mesita en la sala y colocó su mano en el mentón pálido de su pequeño hijo. Finalmente ganándose su atención.

Piel blanca como la ceda, cabellos largos azabaches, de gran belleza y vistiendo su viejo vestido blanco cubierto por un delantal decorada de flores.

— Querido mío, está nevando y hace mucho frío, ¿qué sucede? ¿no tienes hambre? No me digas que aún te duele...

Él desvío la mirada de los rasgados ojos grisáceos de su madre. No entendía el por qué verla a los ojos le causaba tanta incomodidad, aunque se sintiera seguro a su lado, mantener ese contacto le llegaba a causar nauseas.

— No tienes fiebre. — Dijo ella, pasando su mano sobre la frente del niño con preocupación en su rostro.— Nene, ¿seguro que no te duele nada?

Negó y una sonrisa de alivio se formó en el rostro de Kuchell, cuando menos se dió cuenta terminó por ayudar a su hijo a tomar un poco del caldo hasta que considero adecuado dejarle la labor para si mismo.

El sutil aroma a gardenias se alejó a sus espaldas, llenando el vacío con sus delicadas melodías mientras en la cocina picaba algunos vegetales.

Levi no lo entendía, pero una extraña sensación lo invadió.

Un ambiente pesado floreció, el dulce aroma parecía comenzar a intensificar su intensidad y sintió una opresión en un pecho que no fue capaz de identificar.

— Por favor... — Su madre murmuró, la dulzura de su voz convertida en miedo.— No dejes que me vea de esta manera...

No podía levantar la cabeza, el pequeño niño no podía hacer más que mantener sus ojos atentos a su dibujo mientras oía a su madre sollozar y un extraño olor a alcohol entrando a la habitación.