Había visto salir a la pareja Choi hace unos minutos, así que corrió hacía su habitación, y se acercó a la ventana, junto a su libreta y lapicera.
Se mantuvo un rato ahí, hasta que la cortina fue abierta con cuidado, dejando ver a Sunoo.
Jungwon agitó su mano saludandolo con una sonrisa. El menor sonrió, para después mostrarle lo que tenía escrito.
"Hola Jungwon, ¿estás solo?"
"Sí, ¿quieres que vaya?"
"¿Sigues teniendo la llave?"
"Hice una copia cuando fui a la psiquiatra".
"¿Psiquiatra?"
"Ve a la puerta trasera, ahora voy".
Jungwon dejó el libro junto la lapicera en la mesa, y corrió rápidamente para salir de su casa.
—Sunoo, ¿estás ahí? —cuestionó, una vez que llegó a la puerta trasera.
—Sí.
Después de escuchar la respuesta, el mayor introdujo la llave, y abrió la puerta.
Apenas la puerta fue abierta, el menor se lanzó sobre Jungwon, y lo abrazó, sin permitirle que diga algo.
—¿Estás bien? —cuestionó, al darse cuenta que Sunoo no tenía intención de soltarlo.
—¿Me puedes besar de nuevo? —susurró demasiado bajo, casi inaudible.
—Sunoo, no respondiste mi pregunta.
El menor escondió su cabeza en el cuello de Jungwon, empalagandose con el perfume que tenía.
—Tú tampoco la mía.
Jungwon rompió el abrazo, causando que Sunoo haga un puchero triste, y que sus ojos se cristalicen de inmediato.
—No llores, Sunoo, dime que te pasa. —pidió, con un tono de voz dulce.
—Solo te extrañe mucho...
—Yo también te extrañe, pero, ¿en serio estás bien?
El menor manteniendo un puchero, frunció sus cejas.
—Ignoraste mi pregunta, Jungwon... ¿Ya no quieres besarme? ¿No te parezco lindo? — preguntó con su voz quebrada, dándole el permiso para que las primeras lágrimas salgan.
—No dije eso, Sunoo, solo estaba preocupado por ti. —aclaró, limpiando las lágrimas que Sunoo derramo.
El menor lo miró con un poco de ilusión en sus ojos.
—¿Entonces me besaras?
—Sí.
El pelinegro agarró la mano de Jungwon y lo llevó al comedor, hizo que se sentará en una de las sillas de la mesa, y se paró en frente suyo.
—Quiero que me toques.
Las orejas de Jungwon comenzaron a arder.
—¿Qué?
—Quiero que me toques, pero, yo te diré cuando, y en donde, ¿sí?
Jungwon asintió con su cabeza, un poco sorprendido por la petición del pelinegro, más, cuando el menor se subió arriba de su regazo, dejando sus piernas a sus costados, se sintió atónico por la acción, no podía articular un movimiento o palabra.
—Jungwon. —susurró melosamente, y pasó sus brazos por el cuello de el mayor. —Pon tus manos en mi cintura, por favor.
—Sunoo, ¿qué estás haciendo?
—Estoy por besarte, ¿ya te arrepentiste?
Y nuevamente sus ojos se cristalizaron. ¿Por qué Sunoo estaba tan sensible hoy?
—Es que... ¿Por qué te subiste arriba mío?
El menor rápidamente se bajó, y volvió a pararse en donde estaba.
—¿Puedo sentarme arriba tuyo? —preguntó, a la vez que jugaba con sus manitos.
—Sunoo, ¿en serio estás bien?
—¡¿Por qué no puedes simplemente besarme?! —voceó frustrado. —¿No te gustó? ¿No te parezco lindo? ¿P-por qué das tanta vuelta para besarme? ¿No te gusta besarme?
Empezó a hipear, con su cabeza baja, y acariciando sus manos con desesperación, Jungwon se levantó del sofa, y simplemente lo besó, al no saber que hacer para calmarlo.
Sunoo correspondió unos segundos más tarde, y con cuidado agarró las manos de Jungwon, y las posó en su cintura.
—T-tocame. —pidió entre el beso, y Jungwon obedeció, con un poco de timidez, posó sus manos en la espalda de Sunoo, dejando caricias y logrando que el menor se estremezca.
Ambos estaban disfrutando del beso, la calidad que sentían cuando sus cuerpos estaban cerca era algo inexplicable, y el disfrute que generaba el toque del otro en su piel era imposible de describir en palabras.
El beso no pasó a mayores, ni siquiera sus lenguas se vieron involucradas, aunque solo fueron caricias, ambos disfrutaron del momento, y pasaron lo que les restaba del tiempo dándose besos, mientras tocaban y acariciaban el cuerpo ajeno.
A Sunoo le encantaba como lo tocaba Jungwon, con tanta delicadeza y cuidado, se sentía como un diamante.
Y a Jungwon, le encantaba la forma tan inocente en la que Sunoo lo tocaba, como si su cuerpo fuera un cristal que podría ensuciarse con facilidad.
Todo era tan hermoso, tanto que llegaba a ser increíble.
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