El caballero de Kanterbury, después de derrotar a Beth y poder viajar al pasado de la línea temporal, se da cuenta que en el transcurso del viaje sucedió una anomalía.
Apareciendo en un lugar completamente desconocido, su cuerpo sufre de repentinas...
En Mondstadt el día es pacífico como siempre y nuestros protagonistas experimentan el nuevo día.
¿Te has preguntado cómo son las mañanas para el Caballero en Mondstadt?
Realmente no hay mucho por destacar.
"*Bostezo*..."
El Caballero despierta después de soñar que tenía una conversación amistosa con los Hilichurls y de haber recibido consejos en como bailar y mover la cintura.
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Ni el cree como obtuvo ese sueño en primer lugar, pero tal vez se tomará enserio el consejo.
Se levanto de la cama y se dió un pequeño estiramiento para posteriormente ponerse la armadura y salir de la posada.
Lumine y Paimon están dormidas juntas y acurrucadas así que no se atreve a despertarlas.
El sol apenas está saliendo y las calles de Mondstadt están casi vacías.
Al ser de las primeras personas en Mondstadt en despertar temprano, empieza hacer un entrenamiento mínimo.
Lo primero que hace es trotar dentro de Mondstadt hasta que pueda salir de la ciudad.
Cómo ha tenido un cuerpo más débil desde que llegó a Teyvat, a procurado a no ser un holgazán como cuando estaba en Heavenhold.
"¡Buenos días Caballero!"
Hablo un señor abriendo su tienda, casi todas las veces lo saluda en la misma hora.
El Caballero responde el saludo asintiendo la cabeza.
"¡Caballero! ¡Será un honor recibir el día con su tontuna y honorable cara!"
Hablo un Caballero de Favonius haciendo una reverencia junto con otra docena de Caballeros.
El entrenamiento matutino también participan los Caballeros de Favonius para hacer su ejercicio día a día.
"Hagamos lo de siempre"
Respondió el trotamundos y los Caballeros asintieron, su fuerza de voluntad como su perseverancia aumento gracias a los consejos y enseñanzas del Caballero Honorario.
Todos sin rechistar ni preguntar corrieron alrededor de Mondstadt con el Caballero guiandolos.
Kaeya no está presente en el entrenamiento y tampoco se atreve a siquiera dejar que el Caballero lo vea.
Quien sabe que trucos saldrá el cara tontuna para chantajearlo.
Por otro lado, el entrenamiento duro dos horas.
No solo dieron la vuelta alrededor de la ciudad, hicieron toda clase de ejercicio que pusieron a prueba su flexibilidad, fuerza, equilibrio, entre otros.
El sol había avanzado y casi toda la población estaban en sus tareas y oficios.
El Caballero miro la hora y despidió al grupo de Caballeros, felicitándolos por su entrenamiento mientras ellos sonreían felices por enorgullecer al Caballero Honorario.
