AMORE, DOLCE MORTE

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Quiero llegar hasta donde
el ojo humano se detiene
Para aprender a perdonar
todas mis culpas
Porque incluso los ángeles,
a veces, tienen miedo de la muerte.
TORNA A CASA, MÅNESKIN.

AMORE, DOLCE MORTE,
PREFACIO.
[ Querida Mariposa Sangrienta: ]

A todo arte le precede una tragedia, y todo artista tiene a su musa, que lo acompaña día tras día, envolviendo su alma con inspiración

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A todo arte le precede una tragedia, y todo artista tiene a su musa, que lo acompaña día tras día, envolviendo su alma con inspiración. El pintor también lo tenía. Su musa era una hermosa mariposa, muy rara en su especie, de alas tan coloridas como las de un pavorreal, preciosas como delicadas. La mariposa lo visitaba durante las noches, penumbras cargadas de adrenalina y libertad, pero cuando se iba, un vacío abrumador se alojaba en su pecho. Así que un día, pensó en cerrar las ventanas para evitar que se marchara. Lo que el pintor no sabía, era que la mariposa necesitaba del calor de los rayos del sol para cuidar sus alas, y al no recibirlo, estas se lastimaron. Tal vez, la herida no había sido demasiado notoria, pero fue suficiente para que la mariposa decidiera no visitarlo nunca más. Se marchó esa noche agria de septiembre, y nunca más volvió.

El pintor mantuvo abiertas las ventanas durante un largo tiempo, anhelando que su hermosa e inalcanzable musa algun día decidiera volver. Deseaba con toda su fe a las estrellas fugaces que acariciaban sus noches, pidiéndoles que los cuatro vientos la trajeran de regreso y se atormentó, pensado en cómo su intento desesperado por retenerla para siempre terminó provocando que se marchara sin mirar atrás.

Su final fue trágico, pues su última obra retrataba una mariposa, pintada con un rojo tan intenso que no venía de los óleos, sino, de su propia sangre.

Dicen que su alma quedó atrapada en el salón donde nacía su arte, y que en su carta de despedida, escribió como su única voluntad que jamás cerraran las ventanas, a la espera de recibir, alguna noche, la visita de su musa. Estaba convencido de que solo así, su alma encontraría el descanso prometedor que le esperaba en el más allá.

Su deseo fue concedido y las ventanas jamás se cerraron. Algunos cuentan que en las noches más desoladas, estas rechinan de viejo, pero muchos piensan que el rechinido, en realidad, son los gritos agonizantes del alma del pintor, que suplica desde el infierno tener la última despedida que le otorgará para siempre su inmerecido y glorioso descanso.

 Algunos cuentan que en las noches más desoladas, estas rechinan de viejo, pero muchos piensan que el rechinido, en realidad, son los gritos agonizantes del alma del pintor, que suplica desde el infierno tener la última despedida que le otorgará p...

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