𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹

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Fyodor se alejo del albino sin siquiera dirigirle la mirada, dándole la espalda en señal de que se marchara, esperando a escuchar pasos y la puerta, dando señal de que ese chico se fue, pero esos sonidos nunca llegaron a los oídos de Fyodor. Volteo su cabeza en dirección al albino, pero no encontró a nadie, él era la única persona en esa habitación.

No entendía lo que acababa de pasar, estaba seguro que no fue un invento de su cabeza, estaba lo suficientemente cuerdo para asegurar que el chico albino no fue su imaginación, pero si no fue su imaginación ¿Cómo es que el chico desapareció?

Todo esto le había quitado mucho tiempo, se apresuro a prepararse y dirigirse a su carruaje  en el que ya esperaba su madre, subió a este mirando por la ventana en dirección a la supuesta casa de el albino, que estaba con un carruaje en la entrada, seguramente ellos también irían a la iglesia.

De camino a la iglesia, estaba reflexionando sobre todo lo que paso con ese albino, mientras más recordaba más se arrepentía, tenía sentido que estuviera enojado, tal vez se excedió con la amenaza, pero en definitiva era un problema si aquel albino difundía lo sucedido, si eso ocurría su reputación como una persona tranquila se caería a pedazos.

Para la suerte de Fyodor, se encontraría con el albino después de la misa, solo necesitaba hablar a solas con él unos segundos para disculparse, dejarían el tema , mantendrían una relación casual de buenos vecinos, y ahí se acabaría la historia. Los planes de Fyodor siempre salían a la perfección, y este era muy fácil de lograr.

Durante la misa pudo ver al albino, en un momento pudo notar como lo reconoció, pues mientras el albino miraba con curiosidad toda la iglesia cuando sus ojos se posaron sobre Fyodor por un breve instante, se centro única y completamente en el sacerdote, pues mirar a otro lado traería como consecuencia mirar a el joven ruso.

El albino nunca había sido el mejor seguidor de la iglesia, esto le traía problemas con su padre, pero si lo viera en ese momento posiblemente se sentiría orgulloso, nunca había puesto tanta atención a lo que decía el sacerdote como ese día y por más increíble que parezca, no quiere que la misa termine, pues eso significaría regresar a su casa para recibir a los Dostoyevski, pero como todo en esta vida tiene su final, la misa concluyo. 

Mientra el albino iba de regreso a su casa en su carruaje junto a su madre, estaba contemplando la idea de aventarse de este. Llego el momento, estaba en la puerta de su nuevo hogar esperando a que anunciaran la llegada de las visitas, la simple idea de tener a el joven ruso en la misma habitación le ponía la piel de gallina. En ese momento anunciaron la llegada de los Dostoyeski.

-𝑏𝑖𝑒𝑛𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜𝑠, 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜𝑠 𝑣𝑖𝑠𝑖𝑡𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑏𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑦 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑜𝑙𝑒𝑠𝑡𝑖𝑎- comenzó a hablar la madre de el albino o la que suponía Fyodor era su madre pues no compartían ninguna característica, ella tenia el cabello y los ojos de un color marrón claro-  𝑚𝑖 𝑛𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑠 𝑀𝑎𝑟𝑖𝑦𝑎 𝐺𝑜𝑔𝑜𝑙, 𝑒𝑙 𝑒𝑠 𝑚𝑖 ℎ𝑖𝑗𝑜 𝑁𝑖𝑘𝑜𝑙𝑎𝑖 𝐺𝑜𝑔𝑜𝑙 𝑦 𝑚𝑖 𝑒𝑠𝑝𝑜𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑑𝑖́𝑎 𝑑𝑒 ℎ𝑜𝑦, 𝑦𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑡𝑎𝑙𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑚𝑢𝑑𝑎𝑛𝑧𝑎, s𝑒 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎 𝑉𝑎𝑠𝑦𝑙 𝐺𝑜𝑔𝑜𝑙, 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢́𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑒𝑟𝑙𝑒.

Digno de CastigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora