22. Ya superalo

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¿Acaso me estaba volviendo más loca?

Era posible que si, o que la noche durmiendo en aquel sofá incómodo me había afectado más de la cuenta.

No era posible que la conversación de la noche anterior hubiera pasado, así como no era posible que Liam estuviera genuinamente interesado en alguien como yo. Solo pensarlo hacía sentirlo incorrecto, como cuando un ejercicio de matemáticas está mal y de algún modo lo presientes.

Aunque estaba convencida de que él era un pedazo de maleducado, irrespetuoso, testarudo y fácilmente irritable, no podía ocultar que era lindo de ver. Sus ojos claros, el cabello castaño y bien peinado, esa barba corta y los labios con un arco muy bonito... tal vez la actitud era de mierda pero si que tenía genes.

—¿Acabaste de psicoanalizarme? —dijo el susodicho mirando a nuestro guía al frente—. Te seré sincero, me siento acosado y no puedo disfrutar la visita.

Formamos parte de un pequeño grupo del congreso que se inscribió a una visita guiada en un complejo de templos tradicionales que estaban llenos de cerámicas preciosas, cuadros con imágenes de antiguos señores, muchas figuras de dragones tanto en esculturas como grabados en las paredes y los techos, así como escritos y leyendas que nuestro gentil guía iba traduciendo para nosotros.

Era una belleza, pero lamentablemente no me concentré mucho en ello porque mi cabeza estaba en otro lugar.

—No me lo vas a creer, pero anoche soñé que me dijiste que estabas interesado en mí.

Liam rodó los ojos.

—No, no fue un sueño —masculló en voz baja—. ¿No tuvimos esta misma conversación anoche?

Me encogí de hombros.

—Aun no se siente real.

—Solo olvídalo ¿si?, ya te dije que si te sientes incomoda me lo digas y haré mi mejor intento por guardar distancias. Luego de este viaje, podríamos hasta limitarnos a usar nuestro correo para hablar entre nosotros en horario laboral.

Osea, que no nos dirigiriamos la palabra nunca más.

—Vaya, si hubiera sabido que confesarme que te gusto me hubiese evitado escuchar tu voz pesada por las mañanas hace bastante tiempo que te habría seducido yo misma.

Él sonrió mientras negaba con la cabeza, nuestra atención puesta en las plantas que nos señalaba el guía y que seguro tenía un buen tiempo explicando algo que no estábamos escuchando.

—El lado bueno de esto es que también te eliminaré de Instagram, así que ya me salvaré de ver tus diabéticas bebidas de Starbucks que nadie te pidió pero que por alguna razón te ves obligada a publicar diariamente en tus historias.

Lo miré con la boca abierta.

—Pues yo estoy aliviada de que ya no tendré que ver tus reposteos de frases de macho alfa que dijo Harvey Specter en la serie Suits —le señalé molesta—. Esa serie acabó en 2019, ya superalo.

Liam tornó los ojos.

—Solo lo he publicado tres veces, pero parece que tu estás más pendiente que yo.

—¿Qué puedo decir? no tienes ninguna foto, y eres cero activo. Claro que me llamó la atención.

—¿Acaso es un problema que yo no sea activo en las redes?

—No, pero en tu caso parece que tienes una de esas cuentas falsas que usan los reclusos desde las cárceles penitenciarias para hacer estafas. Sólo necesitas tener a una rubia voluptuosa de foto de perfil y ya serías el candidato perfecto para reportar tu cuenta por sospechas de actividad fraudulenta.

Una señora que claramente hablaba español ya que formaba parte de nuestro grupo, pasó a mi lado y me dedicó una mirada muy reprochable.

Mis mejillas se sonrojaron por la vergüenza, Liam obviamente se burló.

—Oye, ya tendremos tiempo más tarde para discutir lo que pasará después —habló Liam—. Pero como nos queda un poco más de una semana en esta ciudad, te propongo disfrutar la experiencia.

—¿Se te ocurre algo?

A este punto, ya el guía nos había dejado el tiempo libre para poder explorar el jardín a nuestro antojo. Yo por mi parte me enfoqué en pasar mis dedos por una estatua preciosa de un dragón hecha en piedra, que adornaba una pequeña fuente.

—En realidad, ya planeé algo porque me sentía mal de ponerte en esta situación —sus ojos evitaban los míos—. Digamos que es mi forma de decirte que lo siento.

No podía ser cierto.

—Gracias por tomarte el tiempo, pero honestamente me siento incomoda saltándose eventos en el congreso porque yo-

—Son pases de un día para Disneyland.

¿Qué?

¿Y cómo no me había dado cuenta que acá había un Disney?

—Olvidalo, si quiero. ¿Donde firmo?

Él sonrió.

—Salimos mañana.

Creo que me acosté con mi jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora