Pongámonos al día

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Durante mucho tiempo, quise que mi ya viejo y descuidado peluche de Machi, sin su nariz, una oreja y sus característicos ojos saltones, decorará parte de mi repisa junto a tu peluche de Osty, pero no lo encontré por mucho tiempo.

Llegue a suponer que papá y mamá lo habían vendido junto a muchas de las cosas que te pertenecían. A diferencia de mi, yo creo que sí han estado buscando olvidarte, trabajan y trabajan, si no fuera porque les digo que te visitemos de vez en cuando, no lo harían, aunque en parte los entiendo, siempre rompen en un llanto desgarrador cuando estamos contigo.

En tu funeral aquel chico de mi edad en ese entonces, dieciocho años, me dijo que tú habías sido el problema en la relación, lo sé, vaya hijo de puta. No dije algo al respecto, lo menos que quería era tener problemas, pero me seguía molestando que dijera eso cuando tu me habías contado que aquel tipejo se lesionaba a sí mismo, te amenazaba con quitarse la vida si le dejabas, aseguraba que hacía rituales extraños para que algo malo te pasara. Yo no creo en espiritualidad o cosas esotéricas, bueno no mucho, si no, no estaría escribiéndote.

Aún conservo tu muy breve diario, lo siento por invadir tu privacidad. En su momento sí me sentí decepcionado cuando en el relatas que en muchas ocasiones te escapabas de la escuela para estar con él, tuvieron encuentros de muchos tipos, hablas de aquel sujeto como si fuera lo máximo, yo no dudo en que te habrá hecho algún daño más allá del sentimental. No digo que eso no duela, pero, ya me constaba que era algo pasaba más allá de dramas típicos entre dos adolescentes.

Muchos me dicen que soy un desastre, que a mis veintitrés años ya debería estar haciendo algo que tenga repercusiones muy importantes para mi futuro. Yo creo que lo he hecho bien, la pandilla va sobre ruedas, cada vez somos más y sodomizamos a quiénes se proclaman nuestros enemigos. Le dije a mi amigo y mano derecha que a partir de hoy que escribo esto, él será la nueva persona a cargo, pero para ello, debe ayudarme en una última cosa.

Machi y Osty: Un dúo inseparableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora