Morir por amor

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Astaroth:NamJoon
Pazuzu:TaeHyung
Hadrien: JiMin

No había un cielo limpio ni celeste, las flores estaban cerradas, los pájaros en sus cuevas

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No había un cielo limpio ni celeste, las flores estaban cerradas, los pájaros en sus cuevas. El río no fluía con gracia y hermosura, ni dejaba ver sus juguetones y coquetos animales marinos brincar tan alto que parecían llegar al cielo en salpicaduras tan claras como el cristal. No había polvo brillante en el aire u duendecillos y elfos cantando y cosecharon. Había carencias de colores donde la gama vagaba de entre lo negro y diferentes tonos de grises, el aire apestaba a carne podrida, se sentía la amargura, desesperanza y desdicha en el lugar, tensión que era capaz de cortarse con un cuchillo.

Sobre la hermosa tierra del páramo yacía él, Astaroth un principe demonio de tanto años como la existencia misma, sus cabellos blancos se veía de un gris sucio, unido en secciones por la densa lluvia que traía un oscuro cielo manchado de nubes grises humo. De entre aquellos sobresalían dos cuernos que nacían desde la frente y se iban curvando en torbellino hacia el centro. Su rostro pálido, dos ojos rojos implacables, como los de un dragón capturando a su presa, otros dos pequeños ojos en los pómulos rojos que capturaban cualquier movimiento, siempre abiertos y atentos. Un nariz recta, y una boca normal, pero esta vez estaba deformada en una mueca de fastidio dejando ver dos colmillos. El príncipe del infierno poseía inmensas alas rojas llameantes de cuatro metros cada una, se extendía tan amplio como una pared en llamas. Su cuerpo estaba al desnudo bajo la lluvia, pero no existía algo llamado como pudor, frío o vergüenza, era un demonio, su sola existencia era una obra, una adoración en aquel mundo terrenal. En su mano apretaba y blandía un látigo llameante.

El demonio de cabellos azules estaba de rodillas, enterrado en el lodo que se había formado tras la lluvia

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El demonio de cabellos azules estaba de rodillas, enterrado en el lodo que se había formado tras la lluvia. Las manos caían juntas entre su regazo, con las palmas hacia arriba, su cabeza colgaba de cuello mientras mantenía la vista en el suelo, sus alas estaban caídas y medio arrancadas desde el hombro hacia la mitad de su espalda.

A pesar de estar herido su cabeza no era capaz de pensar, más bien nada más allá de lo que su corazón añoraba.

La lluvia caía sobre su cuerpo limpiando aquí y allá el lodo, la suciedad y la sangre.

Detras del páramo (JM X MY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora