Capítulo XLIX: Guardianes

1 0 0
                                    

Lessa y Norian corrían.

—Todo lo relacionado a la profecía debió haber terminado luego del baile —explicó Gneis—. No previne, por desgracia, que Terrance siguiera vivo.

Las pisadas eran estruendosas, al igual las respiraciones.

Ambos estrépitos, juntos, creaban una melodía frenética que viajaba por el viento casi tan rápido como la pareja que la propiciaba. El cansancio era un concepto desconocido en sus piernas, que sin pausas abarcaban más y más territorio en dirección al castillo de Vann. Tenían que llegar ahí, necesitaban llegar ahí.

Se miraron, jadearon y aceleraron.

—Mientras yo confrontaba a Hent, él apareció, y con su magia hizo que ustedes dos cayeran dormidos. —Hizo una pausa para reflexionar—. Hubiera podido contraatacar de no ser porque mi magia estaba ocupada en segundo plano.

—¿Haciendo qué?

—Algo relacionado a las almas.

En algún punto de la carrera, Lessa se tropezó con un desnivel en el suelo. No pasó ni un segundo antes de que recuperara la velocidad y continuase, más rápido que en un principio. El propio Norian quedó con la mano extendida un segundo, encaminado a ayudarla, antes de ver que todo estaba en orden y seguir su ejemplo.

El resuello vibraba en las venas y el pulso, en el alma. Iban tan rápido que los golpes del viento en su contra se sentía como lija raspándoles la piel.

No se detuvieron.

—Entonces, ¿sí te las llevaste? —preguntó Norian.

Gneis alzó la mano para pedirle paciencia.

—Está bien —se resignó el chico.

Ella asintió, complaciente.

—Como mi estado en ese momento era demasiado débil para soportar cualquier ataque de la varita, recurrí a la descomposición de hechizos. Por eso ni el campo de fuera ni el hechizo de nieve están. Los usé para defenderme.

»Claro que... como ya habrán comprobado, no sirvió.

Afiló la mirada y dijo:

—Terrance me atrapó en un plano alterno, y el impacto de tanto poder causó una explosión que dejó el castillo en ruinas.

Norian sintió que el corazón le iba a explotar por el esfuerzo que invertía al correr. Se le acalambraron las piernas y un jadeo involuntario, más sonoro que otras veces, se abrió paso a través de su garganta. Ya le estaba pegando el cansancio. Vio a Lessa y se la encontró igual. La distancia no era mucha, no así la energía que habían puesto en correr hacia allá. Por eso se habían cansado tan rápido.

Y estaban tan cerca...

Respiraron y siguieron.

—Ahí atrapada, solo pude ser una espectadora de todo lo que ocurría. —Gneis bajó la cabeza y, por tercera vez, el fleco le escondió la mirada—. Terrance les borró la memoria, curó tu herida, Norian. —Lo miró. Él asintió, tocándose el estómago con incomodidad—. Los puso cada uno en cuarto diferente y... esperó que despertaran.

—¿Luego?

Lessa fue la que preguntó eso. Norian, en cambio, tuvo una duda más puntual:

Recuerdos de humo #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora