Capítulo XXXIV: Vida y muerte

4 0 0
                                    

«Mantener la compostura puede simbolizar un gran acto de valentía»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Mantener la compostura puede simbolizar un gran acto de valentía».

-Disidente (CarolinaLonn)

Advertencia: escenas sangrientas. Leer con precaución.

Hace dos horas:

Lessa había aprendido por las malas que despertar era incómodo, no solo por enfrentarse al mundo real, sino porque venía ligado al estiramiento inconsciente de sus músculos, y como estaba herida, cada movimiento le daba una razón para quedarse quieta. Primero, una punción en la espalda; segundo, ardor en el estómago; tercero, náuseas. Prefirió quedar entumecida antes que sentir más dolor.

Pero claro que el entumecimiento no hizo la experiencia más gratificante. Se sintió encerrada dentro de su cuerpo, con el alma hecha un nudo. No pudo aguantarlo más y cedió al instinto de alargar sus extremidades. ¿El resultado? Dolor inconcebible, capaz de deshacer la amalgama de saliva seca en sus labios con tal de que soltara un quejido. Las lágrimas quisieron debutar también, pero la joven se controló antes de que salieran.

En el proceso, un hilito luminoso se coló en el resquicio entre sus párpados. Cuando la chica hizo un esfuerzo consciente en activar el sentido de la vista, lo sintió expandirse por los lados en forma de raudal cegador.

La incomodidad de aquello hizo que dejara de importarle el dolor en los brazos y prefiriera moverlos para taparse los ojos.

Esta vez sí, nacieron las lágrimas, pero principalmente por el ardor. Lo mismo pudo decirse para el gemido angustioso que soltó después. Le palpitaba cada parte del cuerpo, y la superficie debajo de sí no era para nada...

La argeneana frenó sus pensamientos un segundo.

La superficie que tenía debajo no era tierra.

Si bien, por lo dura que se sentía, no podía decirse que era una cama, Lessa tampoco pudo asegurar que fuese tierra, como sería lógico estando en el bosque. Era un material duro y liso cubierto de tela acolchada. Cuando palpó con la mano, llegó a la conclusión de que eran cojines. Moviendo un poco los pies confirmó que estos tapizaban toda la superficie en la que yacía su cuerpo.

Lessa aún no abría los ojos del todo, pero no precisaba de ellos para saber que no estaba en el bosque. Ni siquiera había viento. Era un ambiente estático y silencioso más parecido al interior de un cuarto que a la intemperie natural.

¿Cómo había llegado ahí? Lo último que recordaba era haber perdido la consciencia en el bosque...

Asomando un ojo tímidamente por la abertura entre sus dedos, confirmó que sí era un cuarto. La visión empezó a delinearse desde una de las esquinas, y el resto de las paredes tomó forma a partir de ahí. Eran cuatro en total, bien separadas una de la otra. Entre ellas destacaban mesas y estanterías metálicas, siempre paralelas a los muros, que ahora Lessa notaba iban vestidos de color lila. Hubiera habido más contraste de no ser porque las plantas estaban marchitas, desmayadas en sus macetas.

Recuerdos de humo #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora