VII

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Alyssa

Cuando el príncipe Vanabdriel dijo que iba a acompañarnos todos nos sorprendimos, a excepción de el Gran Archimago, él parecía saber que iba a ocurrir en cada momento, por eso no dejaba de preguntarme desde que habíamos partido de Sinarya ¿Que era él exactamente?.

-Se que pasa por tu mente - dijo mientras caminaba frente a mí, ¿¡Como supo que lo estaba mirando o en lo que estaba pensando?! - antes que nada no leo la mente, ni tengo ojos en la espalda - dijo volteándose, pero eres una joven transparente.

-¿Como supo... por qué no se sorprendió?

-¿Sobre el príncipe? - dijo mirando al Elfo que parecía estar teniendo una interesante discusión con Leif, aunque solo parecía que Leif fanfarroneaba mientras el otro le seguía la corriente divertido, al parecer había encontrado interesante molestar a Leif. - estaba escrito en su cara, era solo cuestión de tiempo que aceptara venir con nosotros, si no lo hacía antes, lo haría después, ya que ese es el destino que designó Il Mundi.

-¿Il Mundi?

-Si, el Dios máximo, el dueño de los sentimientos que nosotros conocemos como Dioses de la tierra, vivimos en su interior, es la energía, la vida en si, él es todo, por eso es Il Mundi, los elfos lo conocen por otro nombre, Alem, le dicen.

-Alem...

-Si, pero nosotros los magos le llamamos Il Mundi.

-¿Y exactamente qué es un Gran Archimago, Señor mago?

-Niña puedes llamarme Eridander, no me gusta ese título, y lo llevo porqué soy el mago de mayor antigüedad, ya que mi misión en este mundo ha tomado mucho tiempo, pero una vez termine podré volver a Il Mundi.

-¿Es cierto que los magos no nacen como las demás criaturas ni mueren así?

-Exacto - de repente se detuvo y puso su brazo frente a mí.

-¿Que ocurre? - me percaté que el elfo también estaba alerta.

-Alguien nos sigue - dijo el príncipe de nombre Vanabdriel, sacando lentamente una de las flechas en su espalda y colocándola en su arco, sin embargo Eridander se había relajado, ya no estaba en posición de defensa.

-No dispares - dijo una hermosa rubia, alta, de piel blanca y ojos azul cristal, sus orejas puntiagudas y cabellos de oro dejaban en evidencia que era un elfo, además de su altura claro.

-Rai... ¿Que haces aquí? - ella se arrodilló en el suelo y bajó la cabeza como un caballero de armadura.

-Mi señor, disculpe mi insolencia, no podía dejarlo irse solo.

-Ya te dije que no me trataras así, no somos desconocidos - ella lo miró detenidamente, se levantó y le dio una cachetada volteando su cara.

-¿¡Como creíste que reaccionaría al enterarme que te habías ido en una misión suicida sin supervisión de los sabios ni mía!? - dijo molesta, con voz fuerte e imponente.

-Por eso no te dije nada...

-¡Eso es lo peor del caso! ¡¿Como te atreves a irte sin decirme?! ¿¡Creíste que no me iba a enterar!? ¡Idiota! - dijo con las manos en las caderas, parecía molesta.

-Lo siento - dijo el príncipe muy serio, y ella dio un largo suspiro.

-Van, cuantos problemas me has hecho pasar - luego lo miró firmemente - la próxima vez que vayas a hacer algo estúpido no olvides decirme, yo te seguiré hasta el fin del mundo.

-Lo se, Rai y gracias - dijo él sonriendo, luego miró hacía nosotros que observábamos su pelea un poco asombrados y confundidos - ella es Raineirh Aldinizht, ha sido como una hermana mayor para mí, y supongo va a unirse a nosotros ahora - ella nos saludó inclinando la cabeza hacía cada uno, y luego volvió hacia el príncipe.

Alyssa - La Profecía del Dragón NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora