Hoy se cumplen dos años desde que falleció mi tío Facundo: el titiritero del pueblo.
Estaba claro que le extrañaríamos mucho,
pero quien más afectado se mostró fue "Harlito", su muñeco predilecto.
Guardado en el desván de la casa no paró de sollozar durante el velorio.
Para apagar su llanto, decidimos enterrarlo junto a su dueño.Hoy por hoy, visitar la tumba de mi tío, conlleva oir los gritos
subterráneos de un muñeco que ruega ser desenterrado.