Los pasos de la turba zombie que nos persiguen a mis dos hijos y a mí,
vienen sonando como estropajos húmedos desde hace media hora.
Es seguro que nos alcanzan. ¡Estas mierdas no se agotan!.Logro sacarles un poco de ventaja.
La justa para voltear y mirar los ojos desesperados de mis dos retoños.¡Perdóname Martín!.
Con mis manos, doy vuelta su cabeza sobre sus hombros fijos ("crack").
No alcanzó siquiera a gritar.
Lanzo su cuerpo espasmódico hacia atrás,
para que las alimañas lo deboren mientra Sebastián y yo huimos.No te sorprendas mucho Sebastián, ni te alivies tanto.
Hemos logrado perderlos, pero te he elegido a tí pues estás más robusto,
y uno nunca sabe cuando quiera volver a comer carne fresca en este mundo de valores podridos.