Los ciudadanos de Fontaine no paraban de observar a esa increíble escena, periodistas locales no tardaron nada en sacar fotos con sus daguerotipos para las futuras noticias y los chismes ya iban fluyendo como un río de corrientes fuertes.
Monsieur Neuvillette, Juez Supremo de la Corte de Fontaine. Estaba andando por las calles de la ciudad como si fuera algo casual de su parte, manteniendo su postura impecable y mirar serio de siempre. Y aunque eso ya era una enorme sorpresa para la gente, el verdadero detonante fue con lo que traía en uno de sus brazos.
Un pequeño niño de cabellos rubios.
Parecía descansar plácidamente en el hombro del Iudex mientras sostenía un mechón de cabello albino perteneciente al ya mencionado juez, sus vestimentas eran simples pero limpias, y su rostro parecía al de un pequeño angelito.
. . .
Restandole poco a las conversas de los ciudadanos sobre esa tan escandalosa ocurrencia Neuvillette se dedicó apenas en llegar al Palais Mermonia y ver a las melusinas recibirlo con alegría en su escritorio.
Las adorables criaturas acomodaron uno de los sofás en el escritorio del Iudex con mantas de buena calidad y una cómoda almohada para que Neuvillette pueda acostar al pequeño niño con la única preocupación de no despertarlo y dejarlo descansar bien.
— cuando despierte les avisaré para traer algo de comida. Y gracias más una vez. —mencionó de manera gentil otorgándoles una sonrisa a las melusinas—
Las pequeñas asintieron tranquilamente y cada una volvió a su respectivo puesto en el palacio, ya la única que quedó fue Sedenne, quien parecía un poco intranquila con la entrada del albino.
— Monsieur, con todo el respeto, ¿esta seguro que fue buena idea traer al niño desde la puerta principal del palacio? —pregunto curiosa por la decisión de su juez—
— si habla por las personas que pueden llegar a visitar el palacio gracias a este ocurrido, no hay que preocuparse señorita Sedenne —tranquilizo— les pedí a los gardes para impedir la entrada de cualquier periodista hacia el palacio para no estar queriendo buscar respuestas de este ocurrido. Asi que puede hacer sus quehaceres tranquila. —termino su oración acariciando la cabeza de la melusina—
Sedenne asintió respirando en alívio y se despidió para volver a su respectivo papel, mientras Neuvillette tomo asiento en su escritorio para revisar los futuros juicios que llevaría a cabo en esa semana, así como organizar un documento en donde abría una investigación sobre los padres del niño que ahora descansaba en su sofá.
. . .
Fue una agradable sorpresa recibir una carta proveniente de Marusea, sin embargo no espero que fuera de algo relacionado a su trabajo en donde le explicaba la situación de que un niño humano fue encontrado cerca a las aguas de la villa y según el relato, este demostró un gran rechazo a la ayuda humana. Cosa que les sonó un poco raro a las habitantes del lugar y también llamó la atención del Iudex en ese momento.
Así que apesar de los pequeños regaños que Sedenne le otorgaba sobre tener que seguir con su trabajo y no preocuparse con esas cosas, decidió ir a Marusea para intentar negociar con el chiquillo de pecas que termino presentándose como, Freminet...
Obviamente su encuentro fue incómodo para el infante de personalidad tímida, aunque después de una pequeña charla y unas palabras de las melusinas en la villa, el chiquito se fue con el Juez Supremo con cierta inseguridad.
Así que en medio camino, el niño de cabellos rubios le propuso una promesa al albino una vez que sentía que ya no iba poder contener sus dudas.
"— p-puede... ¿puede prometer q-que no me entregará a otros humanos?... Quiero decir, estará a mi lado cuando lleguemos a la ciudad?"
La pregunta le sonó rara, y nuevamente sus dudas florecieron por el tono un poco desesperado que el niño usaba. Realmente no parecía muy contento con la idea de caer en otras manos pero eso era algo inevitable para el juez.
Aunque luego una idea se pasó por su cabeza...
"— lo prometo." Sentenció con total honestidad.
El niño demostró una pequeña sonrisa y levantó su puño dejando solo el meñique a muestra.
"— ¿promesa de meñique?" Mencionó con más confianza.
Neuvillette volvió a sentir sorpresa por esa expresión y a como era llamado esa forma de prometer, ¿es así que los humanos cierran alguna promesa o algo por el estilo? No lo sabía y tampoco le hizo mucho caso a esa duda, solo se agacho eh imito la acción contraria para apretar los meñiques y cerrar esa pequeña promesa.
"— promesa de meñique." Confirmo dándole una pequeña sonrisa al más joven.
Freminet agrandó su sonrisa y volvió a tomar la mano del juez para ir hacia la ciudad en donde un nuevo capítulo de su vida iba a iniciar...
◇◇◇
Aquí termina el primer capítulo.
No voy a garantir la mejor calidad para este libro pero se hará lo posible.
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★El protegido del Iudex★
Fanfiction¿Y si en lugar de caer en La Casa de la Hoguera, Freminet terminara bajo el manto del Juez Supremo? °°°°° Es una pequeña idea que me anda rondando la cabeza, o si no una excusa para poner a Neuvillette volviéndose como un padre para el pequeño Fremi...