𝟯. 𝗗𝗶𝘀𝗰𝘂𝗿𝘀𝗼 𝗰𝗮𝘁𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗱𝗼𝗿

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—Bien Satoru, ¿por qué tanta urgencia?— El hombre trajeado se acomoda en su grande sillón cruzando las piernas y empujando sus lentes hacia sus ojos.

El doctor dio un sonoro suspiro y bajó la cabeza en derrota.

Pasaron días después de lo sucedido con Suguru, y justo como prometió, le escribió un mensaje para lo de su moto. Acordaron encontrarse en el taller donde estaba siendo reparado.

Gojo sinceramente pensó que sería incómodo, pero al contrario, todo surgió muy natural. Estuvo muy poco tiempo allí ya que estaba de guardia ese día y tomó su tiempo de descanso para ir al taller.

Tuvo la misma sensación que la primera vez cuando vio a Suguru, comodidad y desconcierto, pero se mezcló con la culpabilidad que le inundaba el mediastino desde lo acontecido. En las noches era insoportable la opresión en su pecho y la disnea que venía después.

Aún así la presencia del pelinegro lo hizo olvidarse un poco de todo, hablándole suavemente y con interés sobre su día. También vio que su tobillo mejoró mucho, ya podía caminar normalmente.

En el fondo lamentaba haber tenido que irse, pero el deber lo llamaba. Pagó el monto de la reparación que agradecía bastante que no fuera elevado, y se retiró con la promesa de parte de Suguru que lo volvería a contactar.

Volvió a sentirse la peor persona del mundo.

Ahora se encontraba en el consultorio ya conocido para él. Veía a un psicólogo desde hace 2 años, cuando la muerte de su esposa se volvió imposible sobrellevarla solo. Su hijo también tenía uno y lo visitaba semanalmente.

Cree que fue la mejor decisión, después de las terapias su hijo y él se volvieron más cercanos y esa fue también una de sus principales razones para mejorar su salud mental.

—Co-conocí a alguien. — Tragó grueso antes de continuar. Ahí volvía la opresión en su pecho por lo cual frotó sus manos en sus muslos cubiertos por su usuales pantalones de vestir. — Lo gracioso, o vergonzoso más bien, fue que lo atropellé, ¿puedes creerlo? — Soltó una carcajada y luego más hasta que empezó a reírse al punto de las lágrimas.

No era una risa normal, su cara estaba no estaba acorde con su reacción.

Nanami entendía su comportamiento. Esperó pacientemente a que se calmara un poco

—¿Quieres contarme como sucedió todo?

El rubio el día de hoy le prestaba especial atención. Hacía mucho tiempo que Satoru no presentaba un episodio tan notable de ansiedad.

—Tenía que ir a trabajar en la mañana, solo que al día anterior había tenido una guardia agotadora y me desperté demasiado tarde, si no fuera sido por Megumi me hubiera quedado dormido y-

—¿Recuerdas lo que hablamos de tus descansos entre guardias, Satoru? Sabes que es dañino para ti sobrecargarte de trabajo.

Hubo una época donde el más alto se atascaba de responsabilidades con el fin de no darle a su mente tiempo de que pudiera tener pensamientos autoflagelantes. Quería solo enfocarse en su hijo y en su trabajo.

Aún están en el proceso de que aprenda que aparte de tener responsabilidades tiene una vida y una identidad individual

Aunque todavía no se ha conversado sobre que adquiera o experimente nuevamente relaciones románticas, y Nanami está seguro que es el tema que están a punto de tocar.

—Si si, ya lo sé, esta vez no fui yo quien puso la guardia, solo que el neurólogo de turno estaba muy enfermo y alguien debía cubrir el servicio, lo prometo.— Levantó su mano derecha como señal de juramento.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2023 ⏰

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 𝐂𝐑𝐎𝐒𝐒𝐄𝐃 𝐏𝐀𝐓𝐇𝐒 - 𝐒𝐮𝐠𝐮𝐬𝐚𝐭𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora