VI

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Oía voces y susurros, mas no podía despertar. Su cuerpo estaba frío, solo sentía temblores procedentes de su cuerpo. Era raro, ya que solo recordaba estar en paz, y luego malestar, pero poco a poco se recuperaba. Abrió sus ojos lentamente, y se encontró en un lugar húmedo parecido a una cueva de colores carmesí.

Luego de unos minutos pudo levantarse, mas aún sentía escalofríos acompañado de náuseas, las cuales fueron tan grandes que tuvo que encontrar rápidamente un lugar para vomitar, el cual halló en la corriente de agua que había al lado de las piedras de la cueva.

—¡Hey! No ensucies mi hogar —escuchó a lo lejos.

Miró del lugar que procedía la voz, y entonces de las aguas emergió una sirena con aspecto adolescente que se puso a su lado.

El joven no se asustó, más bien quedó impresionado de aquella criatura, de la cuál había leído, pero nunca visto en sus exploraciones.

—Eres... una sirena.

—Vastaya marina, más bien. Pero sirena también es correcto.

La vastaya se acercó aún más al joven, ofreciendo su mano para ayudarlo a levantarse.

—Mi nombre es Nami, de la tribu marai. ¿El tuyo?

Antes de responder, trató de levantarse, mas estaba muy débil como para hacerlo, por lo que cayó en los brazos de Nami, quien lo sostuvo con ayuda de las pequeñas corrientes que poseía alrededor de su cuerpo.

—Parece que no te recuperaste del todo... déjame ayudarte.

La joven sirena creó otra corriente de agua que dejó caer sobre el chico, la cual pareció rehabilitarlo en poco tiempo.

—Gracias —dijo, con curiosidad por la forma en que se recuperó—. Soy Ezreal—. De pronto, recordó lo sucedido en el barco—. ¿Dónde estoy?

—Estamos cerca de Aguas Turbias.

—¡Qué! No... se supone que debía ir a Freljord... ¡Cómo diablos llegué aquí! Lo último que recuerdo es... estar ahogándome, cómo es que...

—Sí, es verdad. Tienes suerte de que te haya encontrado —dijo, orgullosa de su hazaña—. Pero estabas muy lejos del camino a Freljord.

—¿Cómo lo sabes?

—Ja, conozco estas aguas como la palma de mi mano. Y déjame decirte que los demacianos no se destacan por su habilidad para navegar.

—Dímelo a mí...

—¿No eres demaciano? ¿Entonces qué hacías en una embarcación con ellos?

—Es complicado... resido en Demacia, pero...

Ezreal se dio cuenta de que estaba dejando pasar mucho tiempo, pues ni si quiera sabía cuánto había pasado desde el accidente, ni qué era de la joven que la acompañaba. Ni de Lux, quien tal vez podría estar preocupada.

—Lo siento, me gustaría seguir hablando, pero necesito retomar mi camino. ¿Cuánto llevo acá?

—Como una semana.

—¡Qué! Debo irme ya...

—No deberías, hoy hay tormenta.

—No me importa, llevo mucho tiempo desaparecido. Tengo una misión que cumplir, yo...

—Lo entiendo, pero no llegarás muy lejos si sales ahora. Espera aquí esta noche y mañana yo misma te guiaré. Además esta cueva está en una minúscula isla, dudo que nadando llegues si quiera a cualquier lugar.

Ezreal se sentó desanimado. No dejaba de pensar en Lux. ¿Se habría enterado de su desaparición? ¿Y qué habría sido de su magia? La extrañaba mucho, y solo quería decirle que estaba bien. Pero no tenía cómo comunicarse, a menos de que retornara a Demacia. Sin embargo, perdería la oportunidad de investigar las piedras que su tío poseía. Debía tomar una decisión, y debía hacerlo luego.

—Y... ¿no viste a una chica de traje morado que me acompañaba?

—No, lo lamento.

El rubio se dejó caer en el suelo para descansar y conciliar el sueño, y siguió pensando en su joven prometida.

Muchos kilómetros más allá, Lux compartía el mismo sentimiento, pero de forma dolorosa y desgarradora al pensar que Ezreal había muerto.

No había comido casi nada en los últimos días, y se había dedicado a dormir todo el día, y cuando no estaba dormida, fingía estarlo para que nadie le molestara. Una vez más lo hizo cuando sintió abrirse su puerta, sintiendo, posteriormente, que alguien se sentaba en su cama.

—Sé que no estás dormida... —le dijo su hermano, con tristeza en su voz.

Lux no contestó.

—Lux, no puedo imaginar cómo te sientes pero...

—No, no puedes —interrumpió.

Eran las primeras palabras que se escuchaban de ella desde hace días, y denotaban rabia y una pena profunda.

—Y así como no puedes imaginarlo, no puedes hacer nada para que vuelva.

—Lo sé. Quiero darte tu tiempo, pero no quiero que esto te impida seguir adelante.

—Entonces dame mi tiempo, aunque ese tiempo signifique toda mi vida. Ahora sal, por favor.

Al ver que sus palabras no cambiarían nada, decidió no seguir insistiendo, y abandonó la habitación.

Lux comenzó a llorar... en cierta forma se sentía aliviada al hacerlo, pues el dolor era tan grande que no había podido desahogar sus sentimientos. Por unos minutos, solo había lágrimas en su rostro, hasta que sintió en sus manos un gran destello, que la distrajo de su dolor. Miró sus manos, y brillaban con tal intensidad que impedían que se viera algo más en la habitación.

—Esas piedras... ¡Esas malditas piedras! —gritó con rabia.

La luz seguía incrementando al igual que la rabia e impotencia que sentía.

—¡Por qué! —siguió gritando—. ¡Ezreal! ¡Por qué!

Recordó el rostro del joven. De pronto, toda ella era luz. El piso comenzó a temblar, y algunas cosas a romperse.

Luz comenzó a levitar, y parecía que estaba perdiendo el control de ella misma, pues no podía detener los destellos, ni quería hacerlo.

El momento llegó a su clímax, cuando lanzó un gran, final y desgarrador grito audible por cualquiera cercano a la residencia de los Crownguard.

Garen volvió a entrar rápidamente a la habitación, pero enseguida cubrió sus ojos por la potencia de la luz que irradiaba su hermana. Como pudo, avanzó hacia ella con los ojos cerrados y trató de contenerla.

—¡Lux! —gritó desesperado.

Pronto la joven cayó desvanecida e inconsciente, y su hermano la levantó en sus brazos para recostarla en la cama.

—¿Qué fue eso? —preguntó Tianna, quien se alarmó por aquellos gritos.

—Su poder... está descontrolado otra vez.

—Esto no es bueno... hay que avisarle al rey.

—No, de eso me encargaré yo.

—¿Qué pretendes?

—Iremos a Jonia. Lux y yo, Nadie más.

—Jonia... ¿qué hay allá?

—Curanderos. Sé que pueden ayudar a Lux.

—De todos modos no creo que ella acepte. Es la primera vez que veo que se levanta desde que se enteró de la desaparición del barco.

—Entonces debo llevarla ahora que está calmada. Ordena que preparen los caballos.

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Holass, pido perdón por el capítulo corto, pero aprovecho de contar que he empezado otra historia de Ezlux basado en el universo de los nuevos aspectos de heartsteel, por si quieren echarle un vistazo :D

I'm a mess... (Ezreal x Lux) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora