Cuando la puerta de su casa sonó, Mike se extrañó. ¿Quién sería? Dejó a un lado los periódicos que estaba ojeando. Necesitaba encontrar un trabajo lo antes posible, o de lo contrario su hermana debería irse con su tía. Eso era lo que menos quería.
—¡Yo abro!— Abby salió disparada desde su cuarto directa a la puerta
—¡Eh! ¡Oye! ¡No puedes abrir la puerta a los desconocidos así como así!
Pero ya era tarde. La niña había abierto la puerta de par en par y estaba sonriendo.
—Yo no soy una desconocida, o eso quiero creer
Mike miró a aquella chica que le tenía tan intrigado desde el otro día algo confundido. ¿Qué estaba haciendo ella aquí? ¿Acaso venía a meterle cosas de nuevo en la cabeza? No se fiaba de los médicos, y no pensaba que esta iba a ser su excepción.
—Mike, vamos a estar jugando en mi habitación, no entres— dijo Abby mirando a su hermano, que se encontraba observando a su psicóloga con curiosidad, sin hacerla caso —. ¿Me has entendido?
—Eh, si— el chico salió de su ensoñamiento apoyándose en la pared de la cocina —. Abby, ve yendo hacia tu habitación a preparar los juguetes. Yo quiero hablar con Anna un momento.
La niña asintió, corriendo directamente hasta su cuarto. Annalyse la miró enternecida. Amaba a los niños, pero no se veía lo suficientemente cualificada como para enseñarlos. Por eso, decidió ser psicóloga en colegios: para poder ayudar a niños que se sintieran solos, como ella. Sin embargo, Mike se aclaró la garganta, sacándola instantáneamente de su ensoñación.
—Bueno, dime. ¿Qué haces aquí?
—¿Perdona?
—No entiendo qué haces aquí. Por eso te pregunto— Mike dijo con obviedad
—¿Como que qué hago aquí? Ya te lo ha dicho Abby: me ha invitado a jugar
—Ya, claro— Mike rió seco, apoyándose en la pared que tenía detrás —. No me lo creo. ¿Has venido a vigilar nuestra casa? ¿A buscar algo que haga que me quiten la custodia de Abby? ¿O a intentar meterme cosas en la cabeza de nuevo?
Anna le miró pasmada. ¿Quién se creía este chico para juzgarla de esa manera sin apenas conocerla?
—Mira, te lo voy a decir una última vez— Annalyse suspiró tratando de contener la rabia —. He venido a tu casa porque Abby me invitó, y sabiendo la ilusión que le hacía, jamás hubiera podido negarme. No estoy aquí por ti, ni para meterte cosas en la cabeza ni para hacer mal a tu hermana como tú piensas. Solo ignórame y compórtate de manera cordial conmigo cuando me veas, porque a Abby no le gustaría que nos llevásemos mal. Y todo lo que hago es para intentar hacerla sentir mejor, no como tú piensas.
Sin dejarle decir ni una palabra, la chica caminó siguiendo los pasos de la niña. Mike se quedó ahí, con las palabras en la boca, intentando procesar que una chica le había plantado cara. Nadie solía hacer eso, hasta que llegó ella. Y eso dejó al chico aún más intrigado por aquella psicóloga.
✶✶✶
Anna rió viendo el dibujo que había hecho la niña. Aparecía un niño corriendo, sosteniendo en su mano un pequeño avión rojo de juguete al que estaba haciendo volar. Le sorprendía la imaginación de la niña, siempre tan ingeniosa y creativa.
—Es un dibujo precioso, Abby
—¿De verdad lo piensas?— la pequeña sonrió —Dibujar es lo único que me entretiene de verdad. Me gusta jugar con peluches, pero después de un rato me aburro.
—Comprendo— Anna sonrió comprensiva, acariciando su cabeza —. ¿De dónde sacas tantas ideas cuando dibujas?
—Oh, no lo sé. Solo son cosas que se me vienen a la mente.
—¿Y no tienen ningún significado?
—Bueno...— la niña miró a la puerta, comprobando que no había nadie escuchándolas —. Si te lo cuento, ¿prometes no decirle nada a Mike?
—¿A Mike? Por supuesto— la tomó de la mano con delicadeza —. Abby, cielo, todo lo que me cuentes, sea lo que sea, no se lo voy a contar a tu hermano.
Abby asintió, suspirando.
—Ese es Garrett. Era nuestro hermano, pero nunca me han contado nada sobre él. Solo sé que se lo llevaron y nunca volvió a casa. Por eso Mike siempre está triste: le echa de menos.
—¿Y tú estás triste por lo de Garrett?
—Un poco, pero no como mi hermano. Ni siquiera me acuerdo de él. Me pone triste ver a Mike así, aunque él nunca habla conmigo: no me ha contado lo qué pasó.
—Es normal, Abby— Anna acarició su mano, dándole seguridad —. Pero entonces, ¿cómo dibujas lo que pasó?
—Me lo cuentan mis amigos. Ellos saben lo que ocurrió.
—¿Quienes son tus amigos?
—Vienen de vez en cuando, y me cuentan cosas. Mike cree que no existen, pero es mentira. Claro que existen. Me animan cuando estoy triste. Tu y ellos sois mis únicos amigos.
—Entiendo— Anna miró su móvil, viendo un mensaje de Vanessa, que la esperaba en casa para ver alguna película. —Abby, me tengo que marchar. Ya es muy tarde, y seguro que Mike te está esperando para cenar.
—Está bien— la niña se levantó sonriendo —. Me ha encantado que hayas venido a jugar. Pensé que no vendrías.
—¿Por qué, cielo? Te dije que vendría.
—Porque nunca nadie ha venido a jugar conmigo a casa. El resto de niños... no me suele hacer mucho caso. Dicen que soy rara.
—No eres rara, solo eres especial. Tienes una imaginación preciosa, y has pasado cosas inimaginables para tu edad. Pero no por eso eres rara. Yo soy tu amiga, siempre que me necesites vendré. No lo dudes.
—Gracias Anna— la niña, sonriente, abrazó a la mayor, que acarició la espalda algo conmocionada.
Ambas salieron del cuarto cruzando el pasillo. Al pasar por la cocina, Mike se encontraba maldiciendo mientras intentaba hacer que el microondas funcionase. Era viejo, pero no había dinero para comprar otro.
—Mike, Anna se va ya.
—Está bien, sí— Mike giró la rueda de golpe, ocasionando un ruido estridente —. Joder. Adiós, Anna. Siento esto
—Tranquilo— ella se acercó al ver al chico tenso —. Déjame ver, ¿si?
—Ten cuidado— él se alejó levemente, no muy convencido de las habilidades mecánicas de la chica que tenía al lado.
Sin embargo, Anna simplemente desenchufó el electrodoméstico y volvió a enchufarlo, haciendo que la luz volviera a encenderse.
—Creo que ya está— dijo mirando a Mike, que la observaba confundido —. A veces hacemos una bola de un grano de arena.
Abby miró con una sonrisa a su amiga. Mike, por su parte, seguía pasmado. Cada día le sorprendía más aquella chica.
—Muchas gracias, de verdad— dijo, algo avergonzado.
—No tienes que darlas, tranquilo— ella sonrió, tocando su brazo, haciendo que el chico se pusiera aún más nervioso —. Me marcho, chicos. Muchas gracias por recibirme. Abby, lo he pasado genial. Mike, nos veremos otro día.
La chica fue hasta la puerta, y Mike la siguió rápidamente, causando una risa cómplice en su hermana pequeña.
—Anna, gracias por lo de ahora. Y, bueno, perdoname por lo de antes— él se rascó la nuca, algo incómodo.
—Tranquilo, no pasa nada. No te caigo bien, tú a mi tampoco. Solo tengamos una relación cordial ante tu hermana. No hace falta que sigas así.
Ella sonrió, caminando hasta su coche. Mike, una vez más, se quedó pasmado en la puerta. Ella sí le caía bien. O no. En realidad no lo sabía. pero le daba igual. No quería caer mal a la chica que le había fascinado desde que la vió por primera vez.
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in the middle of the night. mike shcmidt
Fiksi Penggemardonde mike necesita la ayuda de anna para poder cuidar de su hermana o donde anna trata de no perder la cabeza cuando se entera de todo lo que oculta mike