Ya no recuerdo el tono de voz de mis padres. A veces solía mirar por mi balcón, hacia la entrada a Bellesea, mi prisión estos 2 años y esperar a que mis padres se bajasen de su carruaje y me saludasen como si nada de aquello hubiese pasado.
Claro esta que eso no iba a suceder. Tenía que adaptarme a la realidad, tenía que olvidar y seguir adelante, como todos, pero ¿Cómo hacerlo? Ellos eran mi motor, mi motivación de todos los días.
Una lagrima se posó sobre mi mejilla y yo no solía llorar. La aparté rápidamente, asegurándome que nadie en la mesa del desayuno me hubiese visto. Me decidí a desayunar algo potente, estaba cansada de ver mi reflejo flácido en el espejo, por lo que tenia que alimentarme mejor. A parte, hoy tendríamos combate de contacto y necesitaba tener fuerzas. Me serví huevos revueltos y dos tostadas con mermelada junto con café. Esperaba no sentirme mal del estomago luego de ese banquete.
Amaba el combate de contacto. Me sentía poderosa, solía ser una de las mejores de mi clase. Claro está que todavía no me había enfrentado a ningún brujo, los cuales la mayoría me sobrepasaban de tamaño y poseían mayor fuerza. Tendría que aprender a ser rápida y encontrar sus debilidades.
Al llegar a la escuela, me sorprendió la nueva realidad. Los brujos se habían integrado sin problemas, y la atmósfera de la escuela se sentía fresca y llena de energía. Los pasillos estaban llenos de estudiantes, todos hablando enérgicamente.
El aula de magia elemental irradiaba un aura de conocimiento antiguo y misterio. Las paredes estaban adornadas con pergaminos llenos de inscripciones rúnicas y antiguos hechizos, otorgándole un aire de respeto hacia la historia de la magia. El suelo de madera pulida crujía bajo los pasos de los estudiantes, llevando consigo la huella del tiempo y la sabiduría acumulada a lo largo de los años.
El aula estaba dispuesta en forma de anfiteatro, con gradas escalonadas que permitían una visión clara del profesor y el pizarrón mágico en el centro. Velas mágicas colgaban del techo, proporcionando una iluminación suave que daba a la habitación un ambiente acogedor y místico.
En cada escritorio, los estudiantes tenían acceso a una variedad de herramientas mágicas relacionadas con los elementos, como agua y tierra en jarrones antiguos. El ambiente estaba impregnado de un inconfundible aroma a incienso y hierbas, que despertaba los sentidos.
La pizarra mágica se encontraba al frente del aula, lista para revelar símbolos y conjuros a medida que el profesor explicaba.
Tomé mi asiento a lo lejos, era el asiento donde siempre me sentaba y cuando llegué, para mi sorpresa, Aren estaba sentado al lado.
Tras una mirada llena de enojo, me senté sin hacerle mucho caso. La verdad que ignorarlo era mi mejor jugada.
El profesor comenzó a repasar las bases de seguridad y los protocolos a seguir. Aunque la materia era fundamental para la práctica mágica, no podía evitar sentir cierta impaciencia. Había crecido en un entorno más activo y había adquirido conocimientos sobre seguridad mágica desde temprana edad. Esta revisión parecía más un trámite y mi mente divagaba entre la expectación por las próximas clases y el deseo de aprender magia más avanzada.
Decir que me aburría era quedarse corto.
Hasta que alguien me tocó el hombro con un lápiz.
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El comienzo del fin
Fiksi IlmiahLa luz que Aurelia, la heredera al trono de Paravell, posee, se dice que es... especial. Su corazón sufre, debido a la reciente pérdida de sus padres en condiciones extrañas. Mientras tanto, en un reino donde la chispa del mal se intensifica poco a...