Prólogo.

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Había algo raro en el ambiente cuando Hao entró a la oficina ese día. No era el aire, hacía frío, sí, como en cualquier invierno naturalmente, pero eran los aromas de las personas, pasaban de agrios a ácidos y se volvían insoportables con el paso de los segundos. Zhang Hao se dedicó a entrar a su trabajo sin preguntar a pesar de lo mucho que le estaba afectando.

Como omega era sensible a los olores, la empresa donde trabajaba era dominada por alfas, por lo que sus olores lo mareaban y asqueaban muchísimo más.

Suspiró e intentó sacar un poco del aire tóxico y pesado que respiraba. Después de darle vueltas a la cabeza, solo llegó a una conclusión.

Una terrible conclusión.

No es que Hao pensara que es el fin del mundo, pero ciertamente prefería que el mal humor de la oficina se deba a que perdió el equipo favorito de futbol que todos colectivamente le gustaba y no porque Kim Jiwoong (el CEO y jefe de Hao) estaba enojado.

Porque eso significaba que en los próximos minutos sería llamado y puesto a trabajar como mula.

Su teléfono sonó solo dos minutos después, un mensaje de su jefe diciéndole que subiera rápido con dos cafés (No hace falta decir que los dos son para él). Hao solo rodó los ojos y se puso en marcha con el pedido.

Pero antes puso su huella del día y pasó por el vestuario buscando su identificación, colgándosela en el cuello.

"Secretario Zhang Hao" decía en ella.

Zhang Hao había estudiado lo suficiente para tener un mejor puesto en cualquier otra empresa, pero el techo de cristal le truncó sus sueños de aspirar a más. Kim Jiwoong fue uno de los pocos que no le importaba su subgénero y lo contrató aunque sea en un puesto como su secretario personal, no era lo que merecía pero Hao sentía que tenía cierto poder de decisión en las acciones de Jiwoong en la empresa.

Después de 2 años trabajando para Jiwoong podía decir que lo conocía como la palma de su mano y podía influenciar de manera positiva a Jiwoong y este a veces le permitía dar su opinión sobre cuestiones de la empresa, lo cual Hao agradecería demasiado y su admiración por Jiwoong creciera.

Algunos compañeros se burlaban de él por ser tan fiel a Jiwoong, pero Hao no lo consideraba un mal jefe, nadie en la oficina conocía su verdadera personalidad. Era duro con el mundo pero Hao sabía que en realidad detrás de esa fría mirada se encontraba un alfa torpe, despistado y algo malcriado (Jamás admitirá que un poco por el propio Zhang Hao).

Subió al último piso como todos los días, está vez con doble de café, significaba que Jiwoong estaba muy estresado, así que Hao se preparaba para encontrarse con el Jiwoong malo, probablemente respondón y terco que odiaba se le contradijera, y le pondría esa mirada desafiante. Zhang Hao ya sabía como lidiar con ese Jiwoong.

Pero nada lo preparó para la escena que encontró nada más entrar a la oficina de su jefe.

Su ceño se frunció al ver a Jiwoong de brazos cruzados en posición de descanso contra su escritorio, pareciendo dormir. Caminó a pasos rápidos hacia su inerte jefe.

-¿Jiwoong?

Zhang Hao lo llamó mientras acercaba su mano para comprobar su pulso pero antes de incluso tocarlo Jiwoong se levantó rápidamente mandándolo a un lado.

Viendo su rostro notó las grandes ojeras que lo adornaban, su pelo no estaba peinado como siempre y pudo darse cuenta que tenía su camisa mal abrochada. En sus dos años trabajando en esa empresa nunca había visto a Jiwoong así. Esto era algo nuevo.

-Oh dios, esto no requiere de solo dos cafés, buscaré más.

Fue detenido.

-Quedate. No te dije que te fueras.

Señorito Zhang - WoonghaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora