04 •| Treinta minutos.

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El nombre de Lionel Messi se escuchaba en cada pasillo del prestigioso hospital.

Pero ese día era diferente, su ego no se alimentaba a pesar de ser el tema de conversación de todos en el lugar. Al contrario, el peso en sus hombros era cada vez más angustiante.

Caminó lentamente a la habitación de uno de sus pacientes más importantes, el protagonista de aquel día.

-Che, Diego, ¿estás listo?-le regaló la sonrisa más tierna que pudo dibujarse en su rostro.

-¡Sí!-exclamó-uhm... Aunque... Memo dice que no debo decir mentiras, entonces... -agachó la mirada- En realidad no estoy listo, tengo miedo...-susurró con tristeza.

-Tener miedo no es malo-se sentó a un lado del menor-la gente que te diga lo contrario se limita demasiado.

Diego miraba con confusión a Lionel.

-Me refiero a que vos sos capaz de transformar ese miedo en valor, te aseguro que cuando salgas de esta operación y puedas jugar fútbol como siempre quisiste, no te arrepentirás de esto ni de haber hecho las cosas aún con miedo-besó su frente.

-Tiene razón doctor Messi, siempre la tiene-sonrió con más tranquilidad-¿me puede prometer dos cositas?

-Mmm depende, si están en mis manos, por supuesto.

-La primera es que me prometa que no me dejará solo hoy en la operación.

-Ja, ja, bobo, yo voy a operarte, claro que no te dejaré solo-soltó leves carcajadas.

El rostro de Diego se pintó de rojo en cuestión de segundos.

-Es verdad... Qué tonto-se cubrió la carita por la vergüenza.

-Tranquilo nene, ¿cuál es la segunda cosa?

-Prométame que Memo va a estar en la operación, hoy un doctor malo me dijo que las personas que estarán en la operación tienen que estar muy capacitadas, me dijo que Memo no es capaz, pero yo sé que sí.

-¿Qué doctor te dijo eso?

-Es muy altote, rubio y habla extraño... Pero... ¡Prométamelo, por favor!

-Mmm ya, creo que ya sé quién es...-abrazó con calidez al pequeño-tranquilo, te prometo que Memo estará contigo.

Esas palabras fueron suficientes para calmar el inquieto corazón del pequeño. Lionel intentaba ocultar su nerviosismo. Era una sensación extraña, años de experiencia que parecían ser solo días a juzgar por lo nervioso que se encontraba el argentino.

-Diego, me iré unos momentos, voy a buscar a Memo para hablar con él acerca de unos detalles de la operación-revolvió el cabello del menor y se retiró.

Recorrió cada rincón del Hospital sin tener éxito, Memo no había llegado aún, o eso parecía. Antes de ir a su consultorio se encontró con la Jefa de enfermeras.

-Roccuzzo, ¿has visto a Ochoa?

-Sí, lo vi con un doctor esta mañana, pero no recuerdo con quién... Creo que era Neuer o Candevra, fue con uno de ellos, pero no recuerdo.

Lionel resopló molesto.

-Gracias, si lo ves decile que lo estoy buscando.

-Sí, doctor.

Muy en su interior no entendía porqué le disgustaba tanto que Memo estuviera cerca de otros, aún no tenían nada serio y Lionel no se sentía con derecho de reclamarle.

Al entrar a su consultorio todo ese disgusto se esfumó.

¿Cómo podía enojarse con el hombre que se encontraba sentado detrás de su escritorio?, con sus piernas cruzadas, con un vestido más corto de lo normal y regalándole una sonrisa coqueta que le prendía y ponía a sus pies.

❥ Mi dulce Guillermo┆MESSI X OCHOA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora