—Volkan, Azad —llama Defne acercándose a nosotros —. El jefe quiere a todos en su oficina lo más pronto posible.
Una reunión sin previo aviso en la oficina del jefe solo puede significar que hay serios problemas en los cuales debemos ocuparnos.
—He de suponer que es a causa de los homicidios recurrentes —digo.
—No me dijo el porqué de la reunión, pero es lo más probable, además...
Defne continúa hablando con fluidez, lo sé porque observo sus labios moverse, pero ahora mismo no estoy escuchándole... En realidad, no escucho nada, pero es como si el silencio me hablase; como si el sentido del oído se hubiese desactivado en mi cuerpo, pero al mismo tiempo se hubiese vuelto más agudo, más potente.
Una sensación recorre todo mi cuerpo.
Me está alertando, pero ¿De qué?
Sucederá algo, no sé qué, pero estoy segura no será bueno.
—¿Vamos Azad? —pregunta Volkan apoyando su mano sobre mi hombro.
Me limito a asentir y me dispongo junto con él a seguir a Defne hasta la oficina de nuestro jefe; aunque, esa repentina sensación sigue presente. No es desagradable, solo... Solo es extraña, ajena a lo que usualmente solemos sentir o percibir.
Cada paso que doy es como una cuenta atrás de un hecho que cambiará muchas cosas.
Muy cerca de mis oídos puedo escuchar el Tic Tac de un reloj.
Estamos a punto de llegar a la oficina de nuestro jefe, faltan unos diez pasos y estaremos frente a la puerta.
Defne da dos toques en la puerta para luego, tras escuchar la aprobación del jefe Osman para pasar, abrirla.
Al estar dentro es como si el tiempo se detuviese por un período que no parece tener principio... El Tic Tac del reloj, en su propia existencia, dejo de existir. Sus agujas se detuvieron, y se fueron quebrando hasta caer y dejar solo los números en la pieza redonda que, ya no puede ser llamada reloj, porque ha dejado de serlo.
Osman.
Osman está de pie frente a nosotros.
Defne lo observa con horror.
—No... —susurra Defne.
Defne parece estar, al igual que yo, en un trance, donde solo podemos limitarnos a hablar, sin saber si nos escuchan, y observar lo que sucede, sin saber si nuestros ojos están abiertos.
—Jefe... No lo haga —Defne parece querer llorar —¿Qué está haciendo? —Ahora sus ojos están vidriosos.
Ella quiere avanzar. Lo intenta, en verdad intenta avanzar, pero no lo logra.
Yo quiero darme la vuelta. Quiero huir de acá y, lo intento, pero no lo logro.
No podemos movernos, algo nos lo impide.
—Por favor... —suplica.
Osman está sonriendo.
Osman tiene un arma.
Osman está apuntando a su cabeza.
—Habrá un muerto más... —susurro.
—No, no, no, ¡No! —las súplicas de Defne son desesperadas, pero aun así nadie parece escucharlas.
Su cuerpo es frágil, pero su alma es fuerte, ¿Saben por qué?, porque su cuerpo no pudo soportar las fuertes emociones que su alma le envió; ante el miedo y la desesperación, su cuerpo comenzó a caer entre temblores, y ante el llanto su rostro ardió con cada lágrima.
ESTÁS LEYENDO
A Z A D ©
Mystery / ThrillerMil muertes, ninguna lágrima. Un juego, ningún ganador. Cinco homicidios son efectuados en Estambul, y el departamento de homicidios, al ver la complejidad de estos, se ve en la obligación de pedir ayuda al departamento de inteligencia, donde su más...