Capítulo 4. Oír el miedo de las ratas mientras se esconden

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El conducto de residuos, un pasadizo sepulcral sobre la superficie industrial de la Neosynth, se ceñía sobre los rebeldes como las fauces de alguna bestia mecánica. La luz titubeante de las linternas luchaba por perforar la oscuridad que parecía alimentarse de los miedos de los nuevos. El hedor putrefacto se mezclaba con la humedad, creando un ambiente viscoso que se pegaba a la piel y se insinuaba en cada inhalación.

Wooyoung iba a la cabeza, guiando al resto mientras oía las indicaciones que Mingi le proporcionaba a través del pinganillo. La pequeña linterna la sujetaba con los dientes, mientras que sus manos se iban impregnando del líquido glutinoso que inundaba todo el conducto.

—Dios, que asco —se quejó Soomin mientras levantaba una de sus manos aceitosas.

—Tengo tremendas ganas de vomitar —le siguió Jiwoo.

El líder llevaba oyendo lamentaciones y quejas todo el jodido trayecto. Entre eso y que tampoco es que estuviese siendo uno de los momentos más agradables, estaba poniéndose como el color de su pelo. Cogió la linterna de su boca y se giró para verles.

—Callaos ya —dijo simple y conciso.

El silencio que siguió fue interrumpido solo por el goteo constante y los sonidos metálicos distantes. Un escalofrío recorrió sus espaldas mientras avanzaban, los pasos que retumbaban en las paredes parecían multiplicarse, como si fueran el reflejo de algún otro grupo que se movía.

—Me estoy agobiando muchísimo —se volvió a escuchar la voz de la chica—. Esto es claustrofóbico y no se ve nada. Ni siquiera sabemos qué estamos tocando, ¿y si es tóxico?

Wooyoung soltó un fuerte suspiro, quitándose de nuevo la linterna para poder hablar hacia ellos.

—A ver, entiendo que es vuestro primer operativo y no estáis acostumbrados a soportar ciertas cosas, pero esto es lo que hay. Hoy es recorrer un conducto de mierda y mañana será pasar cuatro días sin comer, yo qué sé. No os quise poner en otro porque confío en vosotros. He estado en situaciones peores que esta —confesó—. Aquí solo hay... ¿qué?, un poco de oscuridad y mal olor, ya está. Esto es solo aceite que suelta la maquinaria mezclado con basura. No os lo traguéis y no os pasará nada.

Wooyoung se volvió a poner en marcha. Realmente estaba teniendo muchas dudas acerca de este operativo, estaba viendo que los nuevos no conseguían tranquilizarse ni adaptarse a la situación y eso le ponía más nervioso de lo normal. A lo mejor tuvo que haber hecho caso a Mingi y haber traído a los de siempre. Sus propios pensamientos se entremezclaban con las voces ansiosas de los demás. Las linternas iluminaban solo fragmentos de un laberinto que parecía no tener fin.

De repente, un ruido sonoro resonó desde la oscuridad, un rumor metálico que daba la sensación de que provenía de las entrañas mismas del conducto. Los tres jóvenes rebeldes se agacharon, sus miradas se buscaban entre sí, y solo encontraron reflejos de inquietud.

—¿Qué ha sido eso?

—¿Nos están esperando dentro? Son ellos, ¿verdad?

—Joder, joder, joder —repetía desesperadamente—. Yo me quiero ir de aquí.

—Aquí no hay nadie más salvo nosotros cuatro —a Wooyoung se le estaba acabando la paciencia—. Mingi no nos ha avisado de movimiento en el interior del conducto, así que, por favor, os pido que mantengáis la puta calma y continuemos.

—¿Y si cuándo lleguemos hay soldados abajo?

—Habrá, eso te lo puedo asegurar —se dirigió a Changho—. La cosa es matarlos.

—No me veo preparado.

—Sí lo estás.

—No, ellos me matarán en cuanto me vean y yo no sé disparar, joder.

Neosynth | WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora