❝Coby❞

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   Aquel marine era un suplicio eterno

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   Aquel marine era un suplicio eterno. Era el típico grano en el culo que siempre importuna a la víctima. En este caso, la víctima era Hayami, a quien la paciencia se le agotaba a cuentagotas. Él, con su arrogante sonrisa, tuvo la osadía de asir un mechón de su rizada melena y ondularlo con el dedo; todo bajo la mirada encendida de la chica, cuyas ganas por retorcerle el dedo, la mano y el brazo comenzaban a pesarle cada vez más. Sin embargo, guardó distancias de forma delicada para ofrecerle otra copa.

ᅳ¿Conoce usted el significado de su nombre?ᅳHayami negó con la cabezaᅳ. Pues es una mujer de gran belleza e inusual. No podría estar más de acuerdo, aunque, permíteme decirle que las palabras se quedan menudas ante la realidad. Es usted todo un encanto… Por cierto, ¿quiere que le muestre nuestros camarotes?

   Justo a unos metros, Coby y su piratesco compañero, Luffy, comían mientras acordaban cómo asaltar la base militar. El de cabello rosado se encontraba inquieto, pues los rodeaban centenares de ellos, y, además, escéptico a que el plan de su amigo funcionara. Para más inri, Coby percibió el latoso ambiente que se había gestado alrededor de aquella camarera y el marine; resultaba obvio que ese tipo mortificaba a la mujer con su insistencia.

ᅳ¿Coby? ¿Me estás escuchando?ᅳpreguntó el pirata luego de advertir que los ojos del chico se quedaron fijos en la pareja; fue entonces cuando Luffy pudo atisbar entre las miradas de la chica un grito de auxilioᅳ. Ya veo.

ᅳ¿Qué hace, Sr. Luffy? ¿Adónde va?

   Luffy se alzó ágil y veloz, se dirigió a pasos agigantados hacia ellos y, una vez delante del par, apoyó un brazo encima de la barra sonriendo con toda la inocencia del mundo e invadiendo el espacio del marine.

ᅳ¡Hola!

   Coby lo secundó al instante. Lanzó una ojeada a la camarera, tenía las comisuras de los labios elevadas y un semblante más apacible. Incluso le pareció haberla escuchado suspirar aliviada, lo cual hizo que se sumara a aquel suspiro. Así es como deseaba hacer sentir a las personas: protegidas. Quería brindarles toda la seguridad arrebatada. De este modo, Coby podría afirmar que su sueño fue cumplido. Sin embargo, asumió que carecía de ese perfil bravo y audaz tan singular de Luffy.

ᅳBuenas, caballero, ¿en qué puedo servirle?

ᅳOh, hemos acabado la bandeja de panecillos, si fueras tan amable de traerme una segunda lo agradecería muchoᅳdijo Luffy eludiendo la mirada de desaprobación que le dedicaba el marineᅳ. ¡Ah! También esos pasteles con forma de pez… Mmmm, ¿cómo se llamaban?

ᅳTaiyaki.

ᅳ¡Eso! Pues quiero seis; dos de judías rojas, dos de chocolate y los últimos con queso. ¿Puede traernos todo a esa mesa de allí?

   El varón se incorporó en su asiento e interpuso buscando los ojos de Luffy. Coby abrió los suyos pasmado, se avecinaban problemas. Mordisqueó su labio inferior retorciendo los dedos en un baile arrítmico y desacompasado.

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