Rodrigo caminaba, mirando fijamente hacia enfrente, tratando de no parecer afectado. Mas internamente se encontraba gritando. Su mente llenándose de diversas preguntas que no hacían más que atormentarlo.
Su curiosidad le hacía preguntarse: ¿Qué estaría pensando Ivan? ¿Qué opinaría Tomas acerca de ello? Ni siquiera tuvo el valor para mirarle a los ojos... Y pensándolo bien, lo prefería así. No quería, bajo ninguna circunstancia observar el rostro confuso de su mejor amigo o siquiera imaginar lo que sentía.
Entre pasillos, giros hacia la izquierda o derecha y algunas otras direcciones por las que les guiaba Nicolas, Rodrigo se preguntó seriamente si la casa del chico no se trataba del castillo de Drácula. O, claro está, una versión más reducida de este.
Se preguntó también cómo sería posible regresar a la sala de estar entre tantas puertas y pasillos. ¡La casa parecía un laberinto!
Finalmente, Nicolas les dio la bienvenida a su habitación.
-Esta es mi humilde habitación.- Habló, siendo consciente de que esta no tenía nada de humilde y soltó una pequeña risa luego de que unos cuantos segundos transcurrieron. Se abrió paso entre ella y finalmente abrió el armario, un gran armario que dejó a Rodrigo con los ojos abiertos como platos, era uno gigante, como de esos que muestran en las películas, aquellos que incluso parecen una habitación más del hogar. Rodrigo parpadeó, comparado a su armario eso era demasiado, pues él simplemente tenía un pequeño armario, uno que apenas y era suficiente para albergar su ropa.
El mayor de los tres, alzó el brazo, en un gesto que claramente indicaba que debían pasar. Así lo hicieron.
-Siete minutos.-Les recordó Nicolas, dedicando a ambos una sonrisa sugerente, llena de complicidad. Finalmente lanzó un guiño y cerró la puerta de madera para darles privacidad.
Entonces finalmente comenzó el verdadero infierno. Bueno, hay que admitirlo, tampoco era para tanto, sin embargo, Rodrigo sí lo veía así y se encontraba sumamente intranquilo, tanto que apenas podía respirar con regularidad. Los nervios le carcomían completamente y su corazón acelerado delataba lo nervioso que se sentía. Lo asfixiante e incómodo que estaba siendo aquello.
Ivan se encontró tan inmerso en sí mismo, que no cayó en cuenta del estado de Rodrigo. Sacó el móvil de su bolsillo del pantalón y colocó el cronómetro, activando además una alarma que sonaría dentro de los siete minutos establecidos.
-Siete minutos corriendo.- Sonrió, justo después de presionar el botón en la pantalla de su móvil, tratando de aligerar el ambiente, sus rosadas encías alzándose y haciéndole lucir tierno en demasía, tanto que Rodrigo se sintió débil a causa de ello.
El pelinegro lo miró y pudo jurar que la sonrisa de Ivan tenía el único propósito de derretir su corazón, justo como el chocolate que es derretido a baño Maria.
Se forzó a sonreír, pero no pudo ofrecer más que una pequeña sonrisa.
-Bien, tratemos de aprovechar el tiempo, si nos quedamos callados se sentirá eterno e increíblemente incómodo.
Rodrigo se obligó a calmarse, contando mentalmente hasta tres. Inhalando y exhalando lentamente.
-¿Te parece si nos hacemos preguntas? Es lo único que se me ocurre para matar el tiempo. Además, tampoco está de más, creo que hay mucho que aún no sabemos el uno del otro. - Rodrigo volvió a asentir.- Bien, comencemos con... - Ivan hizo una pausa, llevando su mano hacia la barbilla en un gesto de duda, por lo cual Rodrigo creyó que realmente no tenía una pregunta formulada, ni siquiera creía que Ivan se interesará por indagar en su desdichada y mediocre vida.
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First love - Rodrivan
RomanceRodrigo estaba cansado; estaba cansado de fingir no sentir nada, porque sus sentimientos estaban asfixiandole, y su corazón; su corazón deseaba tanto profesar su amor; pero ¿Cómo hacerlo si a quién más amaba ya tenía a alguien más? Créditos a @shame...