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12:00 p.m

Luego de aquella llamada que dejó en sumo desespero a Jungkook, fué a una cafetería por un té helado, necesitaba ir a algún lugar a procesar aquella noticia que no lo dejaría en paz ni por un segundo en lo que resta del día.

Tengo a un mafioso como hermano.

Era la única frase que vagaba por la mente del oficial mientras caminaba por la calle en busca de algo que lo distrajera de tanta preocupación, pero que a la vez lo tendría pensando en eso tan estúpidamente como lo era aquella sensación de nervios que envolvía cada parte de su cuerpo, ese inútil pulso acelerado, seguido del temblor en sus piernas y brazos que no le dejaba agarrar correctamente su taza de té ya estando en aquella tienda. Se sentía tan malditamente patético.

Tan malditamente patético al no haberse dado cuenta antes, de vivir toda su vida engañado pensando en que era el "hijo único", de no haber sospechado nada en ningún momento. Y el hecho de que sus queridos padres le hayan ocultado algo como esto lo llenaba de impotencia.

Eso era lo que sentía en este momento; impotencia.

Jungkook dejó de sentir aquellos nervios para ser reemplazados por ira. Ira por portar tanto tiempo la cara de estúpido que sus padres le decoraban cada día con una sonrisa, llenándolo de amor y mostrándole una familia "completa y feliz" mientras que evadían el hecho de que tenían de hijo a un maldito asesino y maleante. Fue un golpe muy duro para él.

Si bién, los padres no podrían tener la culpa de que su segundo hijo terminara siendo un miserable drogadicto y sicario que se llenaba las manos de sangre y dinero para sus prostitutas a cada hora, si cometieron un grave error.

Hacer como si no tuvieran algún secreto que guardar ante ello.

Jungkook siempre pensó que sus padres le ocultaban ciertas cosas, incluso sabía que muchas veces le mentían acerca de diversos problemas por los que estuvieran pasando en el momento. Sabía que algo no andaba bien, pero trataba de convencerse a sí mismo que solo eran suposiciones suyas, o que tal vez, era algo no tan grave como para hacer que todo el concepto que tenía de su hermosa familia, la familia Jeon, se fuera a la mierda.

Ahora lo entendía todo.

Por fin supo cual era el mentado secreto que su cabeza hacia presente cada que veía un comportamiento extraño en su progenitor.

Aunque no lo sabía todo en realidad. Aún no sabía quién era Dohyun, ni porque terminó en manos de los Hwang, ni que relación tenía su papá con aquel cártel. Habían muchas cosas por ser desmanteladas.

Con fé en sus peticiones hacia el universo, y la esperanza de que Hoseok tuviera alguna mísera información sobre quien mierda era Jeon Hyunwoo, se dirigió de nuevo a su oficina, lleno de ira, impotencia, confusión, miedo y ganas de pegarse un puto tiro por el culo.

Intentaría relajarse en los minutos que le quedaban para ir a ver al pelinaranja.

13:15 p.m

Al lograr componerse un poco y dejar al lado aquel malhumor que lo acompañó desde que atendió esa llamada, fue hasta la oficina de Hoseok. Tocó la puerta y segundos después apareció el mayor con lo que parecía un cuaderno entre sus manos.

Dejó pasar al pelinegro para posteriormente sentarse de nuevo en el escritorio.

—Siéntese Jeon, relájese, lo veo putamente tenso —Señaló la silla frente al otro lado de la mesa —¿Se le ofrece algo? ¿Un café o algo por el estilo? Hace unos minutos encargue una pizza, pensé en podríamos almorzar juntos, ¿Ya almorzó?.

DOS CARAS DE UNA MONEDA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora