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olaa, recuerden votar y comentar!!

—seis años atrás—

—Deberías estar contenta —. Dijo el chico, pasaba una toalla por su rostro, absorbiendo el sudor.

—Lo estoy.

—No, no lo estás —. Levi caminó hacia el tatami del establecimiento y se sentó en una esquina. Imité su acción.

—¡Estoy bien! —mis manos pasaron por mis piernas, desviando la atención a la reconfortante acción.

—¿Y la cara de culo con la que llegaste?

—¡Ya te dije que estoy bien!

La presencia desaliñada de una casi adulta apareció junto a nosotros.

—¡Hola, mis amigues de toda la vida! —Hange interrumpió la conversación, como siempre. La clase ya había empezado hace varios minutos.

—¿"Amigues"? —Levi bufó y se cruzó de brazos —Habla bien, maldita loca.

—¡Agh, Levi! Si los jóvenes de hoy en día te escucharan...

—Levi es joven, ¿No? —pregunté, descansé la espalda en la fría pared, esperando a que el entrenador volviera —¿Cuántos años tiene?

Sabía perfectamente su edad, pero siempre me percataba de ella. Porque la diferencia entre la de él y la mía era el mayor problema que sentía para poder acercarme a él de otra forma que no sea amigos.

—Diecisie-...

—¡No cambies el tema, (Nombre)!

Mis mejillas quemaron, por un instante había olvidado lo que hacía mi estómago ácido.

—¿De qué estaban hablando? —La castaña se sacó la chaqueta que llevaba, mostrando el uniforme blanco.

—(Nombre) hoy tuvo una premiación por... Mejor promedio, ¿No? —Me miró y asentí —Solo fue su mamá y su hermana.

Cómo no había dicho todo completamente, no creí que la mujer se diera cuenta.

—¿Y tu papá? —Hange se sentó a mi lado, dejándome atrapada entre los cuerpos de ambos. Su pregunta había dado, lastimosamente, en el clavo.

—Estaba trabajando —. Sostuve su penetrante mirada, respirando lentamente para no volver a ceder.

—¿De nuevo?

—Le salió un turno —. Justifiqué

—¿Y no podía cancelarlo? El año pasado ya te hizo lo mismo.

—Eso mismo le dije.

—¡Ya, Levi! Estoy bien, de verdad —. No quería seguir con la conversación.

Siempre ocurría lo mismo, me esforzaba por sacar buenas notas y ser una alumna ejemplar, pero parece que a mis papás no les importaba eso. Mi padre no era capaz de cancelar su trabajo por ir a verme y, simplemente, felicitarme como lo deseaba.

Nunca le dije eso a nadie, ni siquiera a mi madre, porque sé que se sentirá mal si se lo digo y por mi culpa ocasionaría una pelea contra mi padre.

Y yo no quiero eso, no quiero que las personas se sientan obligadas a quererme. Que les nazca hacerlo me haría feliz.

Muy feliz.

Y sobre todo si esa persona fuera mi padre.

El instructor Erwin entró en la sala de entrenamiento, su característica voz estentórea nos hizo callar.

𝐆𝐀𝐍𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐋𝐎𝐑𝐀𝐑 |Armin Arlert x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora