|Piloto|

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—¡Suéltenme! —rogaba mientras forcejeaba.

—¡Calla, pobretona! —el guardia burlón le dio una patada en el vientre.

Los llantos de la hermosa chica no paraban, los moretones quemaban en su piel, los raspones ardían como el fuego.

—¡Se los suplico! Por favor...

Comenzaba a suplicar en susurro, la voz no salía. Su vista se nublaba por culpa de las lágrimas, su pecho dolía dejando de entrar aire a sus pulmones. Se asfixiaba y aquellos crueles guardias jamás harían nada por ella. Es así como con su último aliento pronunció el nombre de su amado, quien le había traicionado y su corazón destrozado.

- - -

Bridget

Me desperté de golpe y respiré profundo. Otra vez... aquella visión. Se repetia una y otra vez y no podía sacarla de mi mente. Ni siquiera la entendía, aún peor, ni siquiera sabía quienes eran esas personas.

De pronto dos toques en la puerta de forma rítmica resonaron. Acababa de despertar y ya venía mi dolor de cabeza...

—¿Qué quieres, Mark?

—Señorita, Bridget. ¿Me concede un desayuno junto a usted?

Suspiré. Era tan irritable.

—No tengo hambre. Tal vez en la cena.

—Pero, señorita...

Mark dio un paso atrás cuando abrí la puerta. Iba tan bien vestido como de costumbre, tan solo su presencia me estorbaba.

—¿Qué fue lo que dije, Mark?

Él titubeó antes de contestar. Sabía reconocer mi tono frío y sin paciencia.

—Como lo desees, querida. Te veré en la cena.

Tras decirlo hizo una pequeña inclinación tipo de reverencia resignado y se fue. Respiré profundo y cerré la puerta.

—Tengo cosas más importantes en las que ocuparme —susurré para mi misma.

Después de tomar una ducha, despejar mi mente y salir del castillo, me dirigí al bosque.

Al crecer aquí pude apreciar el pueblo con sus hermosas tonalidades. Sus plantas eran de un verde majestuoso acompañado de flores de colores intensos. Pero, ahora todo estaba cubierto de capas gruesas de nieve. No había color, no había vida, las ramas se rompían al ser tan frágiles, los animales habían desaparecido hace mucho. Un pueblo apagado y frío.

—¿Deseas que te acompañe?

Susurró una suave voz a mi oído. Cerré los ojos y me permití escuchar a mi alrededor. Podía entonces sentir una presencia detrás de mi, asomándose en mi hombro y acariciando suavemente mi cabello.

—Hazlo si deseas —susurré con la misma suavidad.

Abrí los ojos y no miré hacia atrás, seguí caminando hasta llegar a donde quería.

El agua maldita.

—¿Por qué no cruzas? —volvió a susurrar la voz.

Pasé mi mano por encima del agua, unas gotas comenzaron a flotar sin tocar mi mano.

—Si tocara este agua, estaría perdida.

Subí más mis manos haciendo que las gotas aumentaran, entonces, las lancé con fuerza haciendo que saltaran como delfines en el enorme río. A donde sea que llegaran, jamás regresaban.

Luck MagicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora