3. CONFIANZA

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Los cambios son pesados, aburridos, difíciles, es así como muy pocos aceptan aquel desafío de dejar su egoísta naturaleza de lado cambiándose a si mismos y al mundo.

***

Adar

Hierbas. Malditas hierbas. Hierbas que por desgracia mi memoria conocía desde que era un niño.

—¿Necesitas ayuda? —se acercó a mi una chica.

Cabello negro, labios rosa, cuerpo como reloj de arena y ojos color esmeralda.

—Aquí siempre atiende un hombre... al que no le caigo bien —arrugué la nariz.

Ella me sonrió y asintió, eligiendo algunas hierbas.

—Soy hija de ese hombre. Lirio, un gusto.

Extendió su mano hacia mi. Me quedé un momento pensando.

—Tranquilo, no muerdo —rió.

Suspiré y tomé su mano estrechándola. Mi brazalete brilló. Mentirosa. La solté de golpe y me alejé.

—¡Hey! ¿Cuál es tu nombre?

Ella se acercó tanto a mi que tocó mi mano cuando estaba apunto de agarrar algo. Respiré profundo.

—Siempre me he atendido solo, gracias.

Me solté a la fuerza. Coqueta, como la mayoría de las chicas en mi pueblo. Por algo jamás llamó ninguna mi atención, aunque mi padre me exigía elegir una y casarme de una vez por todas.

—Avísame, te cobraré —hasta entonces sé alejó.

Suspiré y seguí eligiendo, las mujeres me estresaban y los hombres eran unos idiotas. A este paso hacer amigos era imposible.

—¡Adar!

¿No podían dejarme solo un momento? Volteé a ver, mi hermano mayor me miraba con seriedad.

—Mi padre solicita que vayas a la cabaña.

Su padre, mientras yo ¿qué? ¿Huérfano?

—Claro.

Pagué lo que ya había agarrado, cuando salí del puesto él no estaba así que fui a paso rápido hacia la cabaña. Entré y dejé la canasta con hierbas en un mueble.

—Oh... —miré el techo.

Hasta hace unos segundos creía que ese techo era indestructible. Veo que no.

—¿Qué...? —me quedé con la pregunta a medias.

—Intrusos. De otros pueblos, aún no sabemos de cuáles. No quisieron hablar.

Mi hermano mayor cubría el techo con ramas.

—Pero por suerte, tu los harás hablar.

Mi padre, ordenaba todos sus ingredientes para conjuros y hechizos. Espera, ¿Qué yo qué?

—¿Yo...? Pero yo... no soy bueno hablando con personas del pueblo. Menos con...

—Siempre sabes cuando alguien miente, hazles preguntas directas de si o no y trae las respuestas.

Respiré profundo.

—¿Y si me hechizan... o algo?

Mi padre se quedó en silencio un momento, dándome a entender que realmente le daba igual.

—¿Dónde están? —me armé de valor a preguntar.

—Donde van todos los que han tratado de engañarnos.

Luck MagicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora