Segundo pecado: Black Dove

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Ya me canso de llorar y no amanece

Ya no sé si maldecirte o por ti rezar

Tengo miedo de buscarte y de encontrarte

Pero mis ojos se mueren si mirar tus ojos

Y mi cariño con la aurora te vuelve a esperar ....

... Si tus caricias han de ser mías, de nadie mas

Paloma negra, paloma negra ¿Dónde, dónde andarás?

— Maldito bastardo. -

Primero un ondulante ruido destruyendo el silencio de la habitación, luego, cientos de pedazos de vidrio vuelan en un radio lo suficientemente grande como para lastimar a quien se encontrara cerca debido a la fuerza con la que la botella de whisky fue lanzada hacia el muro de piedra caliza. Los rayos de luz apenas se podían asomar por las ventanas cubiertas por cortinas tan gruesas como el corazón del demonio que se negaba aceptar el dolor que ya comenzaba a brotar de su escondite. Cerró los ojos lentamente, creyendo que quizás, el rostro del mayor error de su vida se borraría, pero ni mil horas en el mundo de los sueños le bastaría. Y eso lo sabía perfectamente bien.

Ahí estaba, con aquella sonrisa tan radiante que le causaba tanta paz que apenas podía recordar la hora del día y que al mismo tiempo tenía tantas ganas de destruirla de un golpe. Sus bellos ojos chocolate que se mezclaban tan bien con los suyos y que se achicaban cada vez que gritaba "Hyukkie" con esa voz tan armoniosa ... e irritante, pero que siempre deseaba volver a escuchar una vez más. Sacando la cajetilla de cigarrillos de la bolsa delantera de sus pantalones de vestir de enormes cuadros naranjas y negros, abrió los ojos de nuevo, con suma tranquilidad. Pasó el contenedor de metal por sus orificios nasales para volver a sentir su fragancia, la cual afortunadamente se había quedado impregnada en el regalo de cumpleaños. Tomó un cigarrillo, lo llevó hacia su boca y guardó la cajetilla de nuevo. Tocó todos sus bolsillos en busca de un encendedor, pero sólo pudo sentir sus huesos. Bufó con ira, golpeando fuertemente la pared con su pie derecho. Miró a su alrededor, como si estuviera buscando el fuego que necesitaba. Sosteniendo su peso en sus piernas, se levantó perezosamente con rumbo al rincón cercano a la puerta. Pateando un par de veces las piernas de Sehun, el enclenque despertó con la fuerza suficiente para alzar la cabeza.

- Oye tú, tienes encendedor ¿Cierto? Aunque seas un bueno para nada, por lo menos debes cargar uno contigo. -

El débil y adolorido joven masajeó sus sienes intentando apaciguar el dolor que despertó tan pronto cuando él lo hizo. Se encontró con las mirada de terror de Hyukjae, y pensando que volvería a golpearlo, cubrió su rostro con sus débiles brazos, repletos de rasguños y morenotes. El pelirrojo, cansado de esperar una respuesta, chasqueó los labios y comenzó a buscar por su cuenta. Sehun tembló de miedo por el tacto de su fría piel, tan fría que sentía que traspasaba la tela de su uniforme. Al no encontrar nada, Hyukjae se puso de pie más decepcionado que enojado. Suspiró fuertemente mientras Sehun seguía con los brazos en el aire.

-Patético, pero no inesperado. Siempre olvido que sus amigos son igual de idiotas que él. Pero, ¿Ni siquiera un simple encendedor? Enserio, ¿En que jodido mundo vives? -

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⏰ Última actualización: Jun 18, 2015 ⏰

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La cuenta final hacia el averno (Eunhae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora