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El ultimo juego del día estaba por empezar, daría lugar en el gimnasio, donde ya estaban todos los alumnos preparados para mirar el tan esperado partido de basquetball. 

El equipo entró a la cancha y los gritos no se hicieron esperar. Sobre todo para sus jugadoras estrellas, entre ellas Rosé, quien no dejaba de buscar con la mirada entre todo el público a la chica de décimo.

—¿Rosé, estás bien?— la entrenadora vio algo de preocupación en el rostro de la menor. 

Su mente volvió a la cancha y miró el balón que tenía en sus manos. —Sí, estoy bien.— Le dio el balón a la entrenadora y se colocó en posición para dar inicio al partido. El silbato sonó y Rosé dio un gran salto para alcanzar exitosamente el balón que volaba por los aires. 

Las gradas gritaban emocionadas mientras veían a la rubia acercarse a la canasta del equipo contrario. Y ahí, en uno de los asientos más altos estaba la chica que buscaba desde que entró a la cancha. 

El equipo azul está jugando bien

Sí, pero el rojo tiene a Rosé Park, tienen el juego ganado

El marcador sonó, dando otro punto al equipo rojo, obviamente siendo anotado por la rubia de onceavo. 

Jennie no pudo contener su sonrisa, todos los alumnos celebraban lo buena que era Rosé.

¡Bien hecho Rosé!— Gritaban elogios para la mejor jugadora. 

—No veo nada desde aquí, Jen— Nayeon se puso de pie —Te dije que nos sentáramos mas cerca

Tenía razón, la verdad es que ella tampoco veía muy bien, sobre todo cuando las personas de enfrente se levantaban para celebrar. Así que optó por levantarse también. 

Las jugadoras volvieron a su posición inicial, preparadas para seguir jugando. Rosé volvió al centro de la cancha, estaba lista para escuchar de nueva cuenta el silbato, pero antes decidió dar una rápida mirada a las gradas, tenía la esperanza de ver a Jennie. 

Sus ojos se iluminaron en cuanto vio una silueta de pie al final de las gradas, era Jennie, su Jennie. La reconocería desde kilómetros. Su pulso se aceleró y el tiempo se detuvo, podía escuchar cada latido que su corazón daba. 

Necesitaba hablar con ella, decirle cuanto le gusta, cuanto piensa en ella y cuanto la necesita. Así que no lo pensó más, sus pies giraron en dirección a las gradas y caminó hacia ellas, abandonando la cancha en medio partido.

—¡Rosé!— escuchó a la entrenadora gritarle, pero decidió ignorarla. Aunque eso le costara su estadía en el equipo. 

Todos estaban atónitos, se preguntaban que sucedía mientras observaban como aquella rubia subía por las gradas hasta llegar con una chica castaña que estaba de pie casi al final de estas. 

Llegó hasta ella y se miraron por unos segundos, no necesitaban decirse nada, al menos no ahí, con toda la escuela viéndolas, por lo que, la mayor tomó de manera sutil la mano de Jennie y salieron del gimnasio, dejando confundidos a todos. 

...

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HEARTSTOPPER | CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora