Diez segundos era el tiempo máximo de aguante que Osamu tenía para que le agarraran la mano. Incluso los contó en voz alta.
En cuanto Ango logró deshacerse de sus subordinados con excusas sólidas, se apresuró en sacar al niño de ese cajón y arrastrarlo a su auto. Al apresar sus deditos contra su mano, se dio cuenta de lo tiernas y pequeñitas que eran sus extremidades; lo suavecita que era la piel y lo frágil que se sentía cada hueso de su mano. Por un momento tuvo la sensación de estar tratando con un muñeco que podía romperse si halaba muy fuerte.
Osamu se dejó arrastrar hasta casi haber salido del escondite abandonado, pero se soltó súbitamente de la mano del adulto sin decir alguna justificación al respecto.
—¿Qué sucede? ¿No quieres irte? —Ango cuestionó con apremio—. Ya estamos cerca de mi auto.
—Yo solo —recalcó escondiendo sus manos bajo sus axilas y apretando el peluche de cangrejo.
—Bien, bien, como sea. Apresúrate —insistió presuroso, palmeando su espalda para incitarlo a avanzar más rápido hasta su auto aparcado en frente.
Sabía que los niños necesitaban asientos para auto adaptados a sus pequeños tamaños, pero no tenía manera de obtener uno de manera improvisada en ese momento, así que solo metió a Osamu en los asientos traseros y trató de abrocharle el cinturón, pero éste se negaba a cualquier mínimo roce de ese material contra su cuerpo, al punto que Ango no tuvo más opción que desistir y tomar su lugar de conductor aún sin un rumbo exacto.
Estuvo cavilando sus opciones disponibles, dejando a "Llevar al niño a su departamento" como la última; aunque realmente no tenía muchas. Consideró indagar acerca de demás familia que tuviera disponible, pero dudó de si realmente el niño tuviera conocimiento de ello; aun así lo puso a prueba.
—¿Vivías con tus padres? Oye, vuelve a sentarte.
Al observarlo desde el espejo retrovisor, notó como el niño ahora estaba arrodillado sobre el asiento y apoyado en la ventana con el brazo que no sostenía el juguete, viendo fijamente a través de ella.
—Con papá —respondió sin obedecer y sin siquiera voltearse a mirarlo.
—¿Y tu mamá?
—No sé —Con indiferencia, se encogió de hombros.
Ango de pronto reparó en la falta de indicios de albergar a algún niño en ese escondite. Si los enumeraba, solamente podrían ser los crayones del suelo y el muñeco. A pesar de no haber convivido con niños durante un largo tiempo, sabía que la habitación de los niños que Odasaku cuidaba era un verdadero desastre de juguetes, cuadernos y colores. Tenía la impresión de que, aunque fuera solo un niño, realmente no encontró más cosas que poder llevar con él que podría necesitar. La ropa que pudo hallar estaba tan desgastada como la que tenía puesta. No había más juguetes, ni ningún tipo de artículo para niños pequeños.
O se habían desecho de todo, minutos antes para ocultarlo, o era un caso de negligencia.
—¿Tienes hermanos, tíos o abuelos?
Osamu pareció meditarlo y Ango tuvo un mínimo de esperanza.
—Mmmh, nop.
—Pero ¿y las demás personas con las que vivías allí?
—Amigos de papá.
El niño seguía pegado a la ventana y eso le provocaba inquietud por la multa que conllevaría si algún policía lo notaba.
—¿Ellos te cuidaban?
—A veces. —Ahora tenía un tono bajito y pensativo—. Papá trabajaba mucho.
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Slipping Through My Fingers | Odango & Dazai
FanfictionA Ango no le gustan los problemas. Irónicamente, siempre termina atrayéndolos. Cuando encuentra a un pequeño niño, ahora desamparado luego del conflicto armado en el que se involucró, aunque sabe que significará un gran problema no puede abandonarlo...