1: Mira por donde vas, niñata

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NATALIA

Joder, joder, JODER, me cago en todo. No me ha sonado la alarma esta mañana y llego MUY tarde a clase. Empiezo hoy el último año de la universidad, estoy estudiando educación infantil.

Supuestamente la alarma debía haber sonado hace media hora, las clases comienzan a las 8h. Spoiler: son menos cuarto, y lo peor es que la universidad está a unos diez minutos de donde vivo yo. Solución: coger el metro para intentar por lo menos llegar a hora. Así que me vi lo más rápido que puedo, cojo el almuerzo que me ha preparado mi madre y salgo de casa a toda leche.

Estoy de camino al metro, que gracias a Dios está cerca. Y también gracias a que tengo un bono porque no existe tiempo suficiente como para pararme a comprar un billete. Paso la tarjeta del bono por las puertas, estas se abren y atravieso lo más rápido que me dejan mis piernas. De golpe me estampo contra una espalda enorme, que hace que vuelva para atrás y me cueste mantener el equilibrio.

—Mira por donde vas, niñata —oigo que dice el chico cuando se gira.
—No hace falta ser tan maleducado, ¿lo sabes? —tengo que levantar la cabeza para hablarle— gilipollas —suelto mientras retomo mi camino hacia las vías.

Menudo imbécil, ni que hubiera querido chocarme con él. Pero ahora mismo tengo muchas más cosas en la cabeza como para dedicarle tiempo a ese idiota. Subo al vagón, justo, porque casi se va sin mí. Por suerte, hay un asiento y aprovecho para coger todo el aire que me ha faltado de camino aquí. Bajo en mi parada y sigo corriendo hacia dentro de la facultad, son exactamente las 8h cuando llego a donde están todos.

Entramos en el aula y nos dan la típica chapa que dura diez minutos pero parecen cuarenta y cinco. Reparten el horario y ahora sí, empezamos las clases. Me gusta mi horario, es bastante mejor que el año pasado. Nos dan la primera clase del curso.

Una hora después salimos a que nos dé un poco de aire.
El día pasa bastante deprisa, y cuando me quiero dar cuenta ya es la hora de volver a casa.
Vuelvo andando, porque me gusta ir a mi ritmo, con los cascos escuchando música e ir observando el paisaje, aunque en el centro de Valencia no haya mucho.

Llego al portal, subo los cuatro pisos, que se dicen pronto, pero que yo ya estoy acostumbrada y entro en casa. Saludo a mi padre que está en la cocina, preparando la comida. Voy directo a mi cuarto. Dejo la mochila, me cambio a ropa más cómoda y salgo al salón. Escucho que llega mi madre de trabajar en ese preciso momento, me saluda con un abrazo y un beso en la mejilla, la adoro.

— ¿Qué tal el día Nat? —pregunta mi padre.
—Pues muy bien, el horario de este año es bastante mejor, tengo ganas de empezar este curso —sonrío emocionada.
—Me alegro princesa, ¿no hay nadie nuevo? ¿Algún chico, por ejemplo? —dice mamá y me guiña un ojo. Desde pequeña me llama princesa y aunque ahora tenga casi 23 años me sigue llamando así, y la verdad que me encanta, me hace sentir una niña otra vez.
—Mamá no empieces. No, no hay nadie nuevo.
—Vale, vale —no puede evitar reírse— Oye cariño, sabes si alguien hoy se ha mudado al piso de arriba, ayer dijeron algo por el grupo del edificio.
—Si, yo también lo leí, creo que está mañana había un camión de mudanzas en la calle.
—¿Un nuevo vecino? —Digo curioso.
—Si, se ve que el piso de arriba se ha vendido al fin —responde papá.
¿Se sabe quién es? —adoro cuando vienen nuevos vecinos, a no ser que sean muy molestos, entonces me cago en sus muertos.
—Me suena que es un chico joven —comenta mamá. Tengo mucha curiosidad por saber quién.
—Espero que no empiece a hacer fiestas de universitarios o cosas por el estilo —dice mi padre, ya tuvimos uno así hace unos años y fue lo peor que te puedas imaginar.

Terminamos de comer y yo voy a mi habitación mientras mis padres se quedan en el salón viendo la tele. Cojo mi ordenador y me meto en internet, miro Instagram, veo algún video de Youtube y me pongo una peli, la cual solo llego a ver diez minutos porque el sueño se apodera de mi ser. Mi último pensamiento antes de dormirme profundamente es: ¿Quién podrá ser el nuevo vecino?

Nuestras almas las unió el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora