11: Seguro que la tienes enamoradita

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MARCOS

Natalia lleva días tocándome los cojones, si no es una cosa es otra pero al final siempre tiene algo con lo que molestar. Desde que mi hermana vino a pasar unos días conmigo no ha parado, no lo entiendo, no me equivocaba al pensar que está zumbada.

Lo peor de todo es que mi hermana se lo pasa pipa, le hace mucha gracia cómo reacciono yo, y a mi me ponen de los nervios, LAS DOS.

—Seguro que la tienes enamoradita, sino porque reaccionaría así al saber que hay una chica en tu casa —dice riendo, pero a mi no me hace ni una pizca de gracia.

—¿Te estás oyendo? Pero si me ha estado evitando porque no me soporta, cosa que es recíproca, no tiene sentido que ahora actúe así —suspiro, estoy agotado.

—¿Entonces cómo explicas su comportamiento?

—No lo sé, ¿vale? NO-LO-SÉ, pero como siga así me voy a volver loco.

—Vale, relájate Marcos, no pasa nada —me sonríe con dulzura.

—Perdóname, pero es que Natalia me saca de mis casillas —me siento en el sofá, derrotado.

—Con esto no quiero molestarte aún más, pero, ¿puede ser que te empiece a gustar y no quieras admitirlo? —se sienta a mi lado.

—Ni de coña, pero es que ni de coña. Esa niñata no es para nada mi prototipo y además aunque lo fuera, su personalidad es odiosa —me dejo caer en su regazo y ella me masajea la cabeza.

—Entiendo...

—¿Qué?

—Nada, nada.

—Suéltalo Lucía, no soporto cuando te pones así.

—No es nada en serio, solo son pensamientos míos que ahora mismo no te voy a explicar —pongo los ojos en blanco aunque no me ve, (se me ha pegado ese gesto de Nat) no quiero seguir discutiendo, me duele la cabeza— Oye, mañana cuando termines de trabajar podríamos salir por ahí, ya que es Halloween y yo me voy el lunes.

—Pero aquí yo no conozco nada todavía, no se donde podemos ir.

—Seguro que tu vecina —empieza a mirarme con esa sonrisa que no me gusta nada— se va de fiesta, podrías preguntarle dónde y vamos nosotros también —sabía que no terminaría bien esa frase.

—¿Pero tú estás tonta? ¿O sorda? ¿O las dos cosas? —Yo flipo con esta mujer.

—Ay no seas tan dramático Marcos.

—Mira Lucía, me voy a dormir, hoy no me da la cabeza para más —antes de que me marche a mi habitación viene por detrás y me abraza.

—Venga hermanito, no era mi intención que te pusieras así, ahora busco yo sitios, vete a dormir.

—Te quiero, pero no te aguanto —me giro y la abrazo— gracias por haber venido de visita estos días.

—Yo también te quiero.

Mi hermana para mi es alguien indispensable en mi vida, si me faltara yo creo que lo pasaría muy mal. Además no quiero que nadie más se vaya de mi vida así de golpe. Ya me pasó hace tiempo y no quiero que se repita. Hace un año más o menos la persona más importante de mi vida se fue en apenas segundos, y todo por mi culpa.

...

Hoy me levanto pronto aunque hasta por la tarde no trabajo, y me he despertado juguetón. Al ser sábado Natalia no tiene clase y seguro que está durmiendo. Juego con su misma carta y empiezo a dar golpes en su habitación, que está justo debajo de la mía. Cada vez más y más fuertes. Escucho como grita y me doy por satisfecho al saber que la he despertado.

Suena el timbre, pero es físicamente imposible que sea ella, ni de coña es tan rápida.

—¿Tú estás loco o qué coño te pasa por la cabeza? —está jadeando de haber subido tan deprisa.

—Aquí la loca eres tu niñata, llevas días dando por culo así que no te quejes tanto —observo lo pequeña que es desde mi altura.

—No se de que me hablas —se hace la loca.

—Si que lo sabes, Natalia —me acerco a su oído porque sé que se le eriza la piel— lo sabes muy bien —susurro.

—Mira gilipollas —me empuja como hizo la última vez— no se a que te refieres, pero como vuelvas a despertarme...

—¿Qué harás Nat? Venga, dímelo —bajo mi cara hasta que queda a su altura, desafiándola.

—Te romperé tu preciosa guitarrita. Si pude entrar una vez para rescatarte porque eres torpe, puedo volver a hacerlo —acerca su rostro, es dura de pelar— y no tienes permiso para llamarme Nat, ¿entendido, Marquitos? —Se marcha igual de rápido como ha subido.

¿Acaba de llamarme Marquitos?

Cierro la puerta, y veo a mi hermana de pie descojonándose.

Me encierro en mi cuarto, que vergüenza joder.

—Venga Marquitos no te enfades —escucho como se ríe al otro lado de la puerta.

—Vete a la mierda, Lucía —le sale una carcajada, y me contagia su risa.

—Oye pues me gusta tu nuevo nombre. Ella parece muy maja, y tiene carácter, creo que nos llevaremos bien —no le respondo, me dejo caer boca abajo en la cama— y ahora levanta ese culito, que tenemos que planear todo para esta noche.

Toda la energía que tenía hace apenas minutos se desvanece, por culpa de la niñata estúpida. Aunque en realidad, la he provocado yo.

Tiene razón Natalia, eres gilipollas Marquitos.

Nuestras almas las unió el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora