6: Amo a mis chicas

33 4 0
                                    

NATALIA

Sábado por la mañana, me levanto pronto para ser productiva. Hace poco que empecé a correr los fines de semana, así que me enfundo unas mallas y un top deportivo. Cojo mis cascos inalámbricos y meto mi móvil en la riñonera la cual me engancho a la cintura.

Salgo de casa, estiro un poco las piernas y cuando ya estoy lista entro a la app de Spotify y me pongo mi Playlist (la cual tiene un poco de todo).

Me gusta correr, desde que lo hago me siento más libre y en paz, lo mejor es que por donde yo normalmente voy es precioso.

Decido correr 12 km, ya que hacía tiempo que no salía.

Son las diez de la mañana cuando llego a casa. Subo los escalones de dos en dos, hoy estoy muy activa desde por la mañana y probablemente sea porque hoy veo a mis mejores amigas (probablemente no, 100%).

Entro en casa y voy directamente a la ducha, me quito la ropa toda sudada y me ducho con agua fresquita, me sienta de lujo.

Desayuno unas tostadas con zumo recién hecho de naranja. Mis padres hoy se han ido a pasar el día a la playa, así que tengo la casa para mi sola. Recojo todo y me dirijo a mi habitación para decidir el outfit de hoy.

Después de casi una hora decidiendo, al final me pongo unos vaqueros campana azules, con mis Converse favoritas y para la parte de arriba elijo un top negro y como ya estamos en septiembre cojo un cárdigan blanco.

Arreglo mi bolso, el cual pongo mi cartera, pañuelos, las llaves de casa y el móvil.

Hemos quedado a las dos en el restaurante, son y 45 para cuando salgo de casa. Como Tere y yo vivimos relativamente cerca, quedamos en que pasaría a por ella. Le envío un mensaje para decirle que estoy cerca y cuando llego ya está a la puerta, nos saludamos con un abrazo fuerte, muy fuerte.

Ella es mi mejor amiga desde que éramos pequeñas, y aunque Daniela y Abril también son mis mejores amigas, Tere es de una forma más especial.

—Tía, cuanto te he echado de menos —dice Teresa.

—Yo también, estoy super sola desde que estudiáis fuera de Valencia.

—Te voy a contar un secreto —suelta de repente— voy a venir más a menudo.

—¿Y eso? —digo confundida.

—He decidido que quiero venir cada dos findes.

—¡Qué bien Tere! —sonrío ante la noticia y la abrazo— pero, espera un momento, ¿esa decisión es por algo en concreto? porque el año pasado no lo hiciste.

—Pues porque así puedo verte más, te parece poco —dice ella.

—Tere, te conozco demasiado y se que te gusta verme pero venga suelta el motivo principal —la miro sonriendo.

—Bueeeno... puede que haya conocido a alguien este verano, el cual también quiera ver a parte de ti —confiesa poniéndose roja.

—¿Perdona? —respondo flipando ante lo que acaba de decir— ¿Por qué coño no me habías dicho nada hasta ahora?

—Pues porque no tenía nada claro sobre lo que quería así que dejé que pasara el verano para decidirme —dice sonriendo.

—Que sepas que tienes que contármelo absolutamente todo, pero como ya hemos llegado lo dejaremos para otro momento.

Están ya Daniela y Abril cuando llegamos nosotras, nos saludamos todas con un abrazo y entramos. El sitio es precioso, no había venido ninguna de nosotras así que decidimos venir juntas.

Nos sentamos y empezamos a ponernos al día mientras nos traen las bebidas. Puede que parezca que no nos vemos desde hace un año pero es que desde hace un mes que no nos habíamos juntado, entre unas cosas y otras no pudimos despedirnos bien, entonces lo haremos ahora.

Después de tres botellas de vino blanco, comida deliciosa y mucho cotilleo, salimos del restaurante. Damos un paseo por la Avenida del Puerto, hace una tarde preciosa.

—Chicas me lo estoy pasando genial, tenía muchas ganas de este plan —dice Abril.

—Yo igual —digo con una sonrisa en la cara— podríamos hacernos una foto, ya sabéis, para el recuerdo —sugiero entre risas.

—SIII —dice Daniela— de hecho, podríamos hacer una foto cada vez que nos veamos.

—Es muy buena idea la verdad —dice Tere.

Se lo pedimos a una chica majísima y nos hace una foto a las cuatro juntas, salimos todas riendo, despreocupadas, libres y guapísimas, amo a mis chicas.

Como dijimos, hacemos parada en nuestra cafetería.

Nos sentamos en la terraza, que es preciosa. Y lo único que espero y rezo, aunque sea atea, es que no esté trabajando ahora Marcos, no quiero que me arruine el día.

—No os lo dije pero aquí trabaja mi vecino nuevo —digo riendo.

—No me jodas, ¿enserio? —responde Daniela.

—Que calladito lo tenias, perra —dice Teresa.

—¿Ya te ha invitado a algún café? —suelta Abril riendo.

—Qué va, si solo lo vi un día por casualidad y no me hizo ninguna gracia, venía estresada de la uni y el imbécil me acabo de arruinar el día —me doy cuenta que se han quedado calladas y estoy a punto de descubrir la razón.

—¿Así que te arruiné el día? —si, es Marcos. Y yo quiero que me trague la tierra ahora mismo. Tiene el don de la oportunidad, joder.

—No todo gira en torno a ti ¿sabes? —intento disimular lo roja que estoy— estaba hablando de un compañero de clase.

—Lo que tu digas niñata —responde con superioridad. Ahora mismo me levantaba y le pegaba un bofetón, pero no quiero montar una escena así que me callo— En fin ¿que vais a querer? — dios es insoportable.

Pedimos los cafés y nos quedamos otra vez solas, y yo me quiero morir, ahora mismo no se si reír o llorar, me decido por la primera porque no quiero que se arruine mi maquillaje por ese tío.

—Es un poco capullo —dice de repente Daniela.

—Un poco se queda corto, no sabéis lo insoportable que es —digo poniendo los ojos en blanco pero riendo.

—Y te ha llamado niñata, ¿pero quién se cree que es? el muy gilipollas —comenta Tere.

—Créeme ya le dije varias veces que no me llame así pero es TAN gracioso que sigue haciéndolo, así que con eso ya me rendí —digo suspirando.

—Pues está como un queso la verdad, no me importaría que fuera mi vecino —nos quedamos las tres mirando a Abril y empezamos a reírnos como tontas.

—Tía te quiero mucho, eres increíble —le digo y la beso en la mejilla.

Nos traen los cafés, pero esta vez no es Marcos.

Seguimos hablando durante horas. Vemos como se hace de noche poco a poco, decidimos pagar la cuenta e irnos a tomar algo, ya que no nos apetece cenar. Preferimos ir de fiesta y la noche es joven, como nosotras.

Nuestras almas las unió el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora