9: Días de nubes y lluvia

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Octubre, mi mes favorito.

Otoño, hace frío pero no demasiado. Las calles son preciosas con esos colores naranjas y marrones. Días de nubes y lluvia, que son perfectos para hacer maratón de pelis. Otros días de solecito, ideales para salir a correr. La definición de octubre es: perfección.

Septiembre me ha pasado volando; entre la universidad, los trabajos, las salidas con mis amigas, ÉL y todo lo que ha tenido que ver con esa persona. En fin, un poco agotador ese mes.

Lo he estado ignorando todo el tiempo, y parece que ha funcionado porque no me lo encuentro por ningún lado, cosa que es de agradecer.

Cambiando de tema.

Estamos planeando una fiesta de Halloween los compañeros de clase, aunque todavía no hay nada concretado. A mi me parece una idea estupenda y como también es nuestro último año queremos exprimirlo al máximo.

Salgo de clase, me meto los auriculares en la oreja y pongo rumbo a la biblioteca ya que dentro de poco tenemos examen.

Estoy de camino cuando de repente siento una mano en mi hombro que hace que me sobresalte y me gire.

Ay dios, es Fer, el chico por el que estoy un poco pillada desde el año pasado.

—Hola Fer —digo sonriendo y rezo para que no se me note lo nerviosa que estoy.

—Perdona Natalia, no quería asustarte —se ríe y tiene la sonrisa más perfecta que he visto en mi vida.

—Tranquilo —hago un intento de risa pero sale fallido, vaya idiota— ¿pasa algo?

—No, no, solo que he visto que ibas a la biblioteca —parece nervioso— y había pensado en que podemos ir juntos, si quieres claro.

—Oh, si claro —sonrío.

—Perfecto —sonríe y a mi se me va a parar el corazón en cualquier momento.

Hablamos de cosas triviales todo el camino.

Llegamos y nos sentamos en una mesa, uno frente al otro. Saco mi portátil y los apuntes, sigo sin creerme que esté aquí con él.

Lo conocí hace un año, como ya he dicho. Se cambió de universidad porque sus padres se mudaron aquí. Se presentó como Fernando, pero nos dijo que le gustaba más que le llamáramos Fer. Desde el primer día que lo vi entrar, me quedé fascinada, encima iba guapísimo. Llevaba unos pantalones anchos color militar, con una camiseta blanca de manga corta y con su pelo rubio quedaba increíble el conjunto. Además el metro ochenta que mide lo hace diez veces más atractivo. Por otro lado su personalidad es muy guay, es divertido, agradable, y puedes hablar con él de lo que quieras.

Él no sabe que me gusta, quiero decírselo pero no me atrevo. A parte, él no me ha dado señales tampoco de que le guste, aunque el hecho de que haya querido venir conmigo a la biblioteca no se si es alguna señal. En resumen, no voy a decirle nada, por lo menos de momento.

—¿Me estás escuchando? —pregunta sacándome de mis propios pensamientos.

—Perdona, estaba pensando en otras cosas —siento que me ruborizo de pies a cabeza— ¿Qué me estabas diciendo?

—Oh, no pasa nada —ríe— te estaba preguntando qué vas a hacer después de graduarte.

—Todavía no lo tengo claro pero tengo en mente irme fuera del país a ser Au Pair, desde hace un par de años que quiero hacerlo —sonrío al pensarlo, eso era lo que quería Júlia, y lo voy a hacer por las dos.

—Oye pues es muy guay la idea —dice son su sonrisa perfecta.

—¿Tu que tienes pensado hacer? —pregunto porque siento curiosidad por saber cosas de él.

—Pues mi padre conoce a una directora de un colegio, así que puede que empiece a hacer prácticas allí.

—Ay cómo mola, que bien —sonrío, no puedo parar de hacerlo, me sale solo.

La tarde la pasamos en silencio, concentrados cada uno en sus cosas. De vez en cuando levanto la mirada por encima del ordenador para mirarle hacer sus cosas. Nuestras miradas se han cruzado un par de veces y yo me he puesto más roja que una fresa.

Ya son las ocho de la tarde, empiezo a recoger mis cosas para irme a casa, y me despido de Fer con un "Hasta mañana" acompañado de una sonrisa, como no.

No he querido despedirme mucho para no seguir haciendo el ridículo, ya lo he hecho suficiente durante toda la tarde.

Salgo de allí y respiro aire fresco, empiezo a andar con mi playlist de fondo. Observo cada uno de los detalles del paisaje que me rodea.

Me encanta ir mirando todo lo que pasa a mi alrededor. Me siento libre. Sin llegar a pensar en nada, solo disfrutando de lo que me envuelve. Se me escapan unas lágrimas de felicidad, porque en ese momento se cuela en mi cabeza Júlia.

Trato de borrar ese pensamiento, ya forma parte del pasado, no puedo permitirme volver a él. Es demasiado doloroso, no puedo volver a pasar por todo lo que pasé. Y se demasiado bien que ella no hubiera querido que la borrara de mi mente, y sé también que soy egoísta por eso, pero me prometí no hundirme otra vez en ese pozo sin salida.

No me puedo hacer esto a mi misma ni a ella, he de ser fuerte por las dos. Porque aunque no me permita recordarla mientras estoy despierta, siempre consigue colarse en mis sueños, y es el peor sentimiento que puede existir; ver a tu persona favorita mientras no eres consciente.

Porque no es justo sentir ese vacío que te deja cuando despiertas.

Nuestras almas las unió el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora