Capítulo uno

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—Cris, no entiendo nada —me quejo cuando lo veo salir de mi habitación con una maleta y una mochila de mano.

—El don de la paciencia no es lo tuyo, es algo que ya sabíamos —suelta mientras aproxima mis pertenencias a la puerta.

—¿Pretendes echarme de mi propia casa? —cuestiono confusa, a la par que nerviosa.

—Por Dios... ¡No! —carcajea, pero a mí no me hace ninguna gracia—. Mis intenciones son buenas —asegura—. Intento solucionarte la vida.

—No necesito que nadie me solucione la vida, puedo hacerlo por mi misma —me quejo por volver de nuevo a este tema de conversación

—Exacto —lo miro confusa—, puedes solucionarte la vida sola, pero no aquí.

—Creo que no te sigo —niego a la vez que me siento en el sofá. Me llevo las manos a la cabeza y estiro mi cabello hacia atrás intentando comprender la situación.

—Necesitas una nueva oportunidad —me dice sentándose a mi lado, hablando con un tono de voz suave para lo que acostumbra a hacer—. Te vendrá bien un cambio de aires, una nueva vida donde nadie te conozca y no te juzgue.

—Pues no sé dónde voy a ir... —suspiro angustiada, pero en el fondo sé qué tiene razón.

—He conseguido un trabajo para ti —informa y yo abro mucho los ojos—. Así que por el tema del dinero no te preocupes, porque vas a tener un buen sueldo —sonríe y yo me recuesto con pesadez sobre el respaldo—. Además, ¡vas a viajar un montón! —exclama levantando las manos al aire y yo flipo por sus palabras—. Por fin va a servir de algo que nos hayamos pasado media vida en la academia de inglés.

—Estoy empezando a agobiarme —aviso de mi estado nervioso—. Ahora mismo no estoy para tener ninguna responsabilidad.

—Se podría decir que el trabajo es de camarera, más o menos —explica a lo que yo frunzo el ceño—. Hacer cafés y preparar algún que otro catering no es ninguna responsabilidad. Te encargas de hacerlo todos los días aquí en casa y no veo que te agobies —defiende su posición y yo suspiro agotada—, además, no sabes la parte buena del trabajo así que no reniegues antes de hora —carcajea y yo lo miro esperándome cualquier tontería.

Viniendo de él podría incluso haberme inscrito de camarera en cualquier organización de festivales, ya que ha dicho que voy a viajar bastante.

—Suéltalo.

Cris se levanta y va hacia su habitación. Tarda un poco en salir y veo que en su mano lleva una fina carpeta de color negro. Suspiro, esto va enserio y a mí me ha pillado totalmente por sorpresa. Odio la sensación de que haya un complot sobre mi persona, y en este caso veo que lo tiene todo perfectamente controlado.

Pensando en frío me intento convencer de que puede que tenga razón y que un posible cambio de aires, en el caso que acepte lo que quiera que haya programado, me vendría muy bien. Podría empezar de cero y tendría la oportunidad de recuperar todo lo que se me ha arrebatado durante estos años.

—Verás... —dice volviéndose a sentar a mi lado con la carpeta hacia abajo—. No sé cómo explicarte esto, pero tengo muy claro que va a ser una experiencia increíble... Quizás este contrato te ayude a volver a ser la de siempre y a despertarte de ese estúpido letargo en el que te has...

—Empieza por el principio —lo corto para que deje de irse a otros temas.

—De acuerdo —asiente y yo me giro para prestarle toda mi atención—. Verás... —mueve la carpeta de cartón negro entre sus manos y yo espero a que hable de una maldita vez—. Desde que tu vida empezó a torcerse he estado a tu lado intentando ayudarte en todo lo que ha estado en mi mano —asiento confirmando sus palabras—. Todo empezó con el maldito accidente, después rompiste con Michael y... por último llegó el despido en la farmacia— suspira y yo hago lo mismo al recordarlo—. Te viniste abajo, pero poco a poco has intentado seguir, aunque no ha sido suficiente.

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