Cap.1

41 5 8
                                    

Llegué con las maletas llenas a punto de reventar, al edificio frente a mi con grandes letras que indicaban que había llegado a mi destino; "Periódicos Workhill"
Un nombre muy estúpido, si me lo preguntas a mí.
Tenía que trabajar allí. Hice la carrera de derecho hacia unos años atrás y este era mi primer trabajo oficial pero como detective, por así decirlo. Tenía un cargo importante y tenía una extraña sensación de que muchos años me deparaban en la empresa, pero no precisamente por mi buen trabajo.

Los grandes pasillos del edificio con paredes llenas de papeles de periódico me recibieron con las puertas abiertas. Nada más entrar estaba la recepción, donde una chica, muy guapa, de cabellos largos y rubios que estaba escribiendo algo en el gran ordenador frente a ella. Hablé con ella para que me indicara a dónde tenía que ir y me respondió con una voz dulce.
Caminé hasta llegar al final del pasillo, bastante oscuro, y me encontré con la puerta al lugar al que tenía que llegar; "Oficina del director".
Llamo a la puerta y me invitan a pasar. Cuando entro, un hombre elegante, con un pitillo entre los labios se me presenta de perfil. El cigarro estaba apagado, y justo en ese momento lo estaba por encender con una cerilla me recordó a una escena de cualquier película sobre la mafia). Tenía un gran ventanal tras él y daba contraluz, así que no logré ver su cara hasta que me dijo de acercarme y sentarme en la silla frente a él.
Su cara era seria, cansada. Sus ojos reflejaban...como decirlo: Enfado mezclado con el cansancio de un hombre que lleva sin dormir durante días.

-Harry Wilson, cierto? -el cigarro ya estaba encendido para el momento, y al hablar el humo salió de su boca y nariz.

-Así es Sr.Worckhill -respondí con la mayor cortesía posible, era un hombre importante y no quería darle una mala impresión al que sería mi jefe a partir de ahora.

Unos minutos hablando de nada realmente importante fueron como horas lentas y cansinas. Estaba nervioso y fue un alivio cuando aquel hombre de levantó y me guio hasta la puerta al finalizar la pequeña entrevista.

-Tu siguiente parada es la sala de imprenta, conocerás a mi hijo. Serás su jefe y trabajarás con él el tiempo que estés aquí.

Solo pude asentir ya que casi no me dio tiempo a salir de la oficina cuando cerró la puerta en mi cara apresuradamente.
Caminé por donde vine, pero me detuve un poco antes de la salida, girando a la izquierda, donde estaban las escaleras del edificio. Bajé por allí. Bajé y bajé hasta llegar a la zona de las impresoras. Era como una cueva de ladrillos, húmeda y casi oscura (digo casi porque habían unas cuantas lámparas de aceite en las paredes que iluminaban el camino) se veía que era una sala que no cuidaban mucho, siendo irónico ya que imprimir los periódicos es importante si quieres vender. Seguí caminando hacia donde el sonido de unas grandes máquinas (las impresoras) me guiaban. Frente a mi, al final del corto pasillo, una puerta entreabierta me recibió.
Llamé a la puerta y abrí, a pesar de no recibir respuesta. No me pareció raro, las grandes máquinas hacían eco y hacían mucho ruido como para que mi voz, que en ese momento sonó baja, se escuchara.
Cuando abrí la puerta no vi a nadie, solo una máquina que ocupaba la mayor parte de la habitación con papeles girando en su interior. Entraban en blanco y salían repletas de letras de variados tamaños e imágenes en los huecos correspondientes. Boquiabierto, pero con una sonrisa, seguí buscando con la mirada a alguien. Al final del cuarto, había un chico, debía tener mi edad, que estaba mirando unas cuantas fotos que pegaba a una lámina de papel, con la mitad de ésta llena de letras.

-Hola! -a pesar de que me diera la espalda, saludé también con mi mano.

El chico se sobresalta, y cuando se da la vuelta me sorprendo al ver que la mitad de su cara estaba tapada por un gran mechón de su pelo negro.
El chico no me dice nada, solo nos quedamos en silencio. Fueron solo unos cuantos segundos pero fueron bastante incómodos.

Entre trozos de periódico y tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora