Capitulo 11.

851 83 7
                                    

Llegué a Italia sintiéndome una mierda, a penas puse un pie en la casa de Massimo, note lo  enorme que era y hasta  tenía un jardín gigantesco.

La casa era terriblemente lujosa y no evité pensar en lo que habrá pagado este tipo para tenerme aquí como si fuese su trofeo.

-¿Tienes esposa? -Pregunté mientras nos sentamos en una mesa excesivamente larga. El en una punta y yo a su lado.

-No, no tengo. -Respondió.

-¿Hijos?

-Aun no. -Contestó tomando una copa de vino. - ¿Quieres? -Preguntó.

-No bebo. -Respondí.

-Pues deberías. -Contestó. -Esta tarde vamos de compras, necesitas ropa nueva. -Asentí con miedo. - ¿Sabes por qué estás aquí? -Preguntó.

-Porque me has comprado. -Respondí.

-No lo llamaría así. -Suspiró. -Verás... Si no te hubiese traído aquí, estarías con otra persona peor que yo y acabarías muerta.

-¡Genial! ¿Te tengo que agradecer? -Pregunté irónicamente.

-Si. -Respondió. -Porque te estoy dando la oportunidad de nacer de nuevo.

-¿A qué te refieres? -Pregunté.

-Necesito una esposa. -Soltó. -Una que me ayude a liderar este imperio, pero tú sabes...no iba a casarme con cualquiera, si no con alguien que valiera la pena.

-¿A qué te refieres con imperio? -Pregunté. - ¿A caso eres un mafioso? -El asintió con su cabeza mientras se reía. - ¿Y qué mierda esperas que haga? -Pregunté.

-¿Sabes usar un arma? -Preguntó.

-No,jamás he usado una. -Respondí.

-Pues bien, te enseñaré. -Contestó. -¿Que te parece el nombre Alessa? -Preguntó.

-Me da igual.

-Será tu nombre en tu nueva identificación. -Dijo el.

- ¿Y que pasará con mi nombre actual? -Pregunté. 

-No puedo casarme contigo con ese nombre, estás siendo buscada en Alemania y otros países. -Contestó.

-¿Puedo pedirte algo al menos? -Pregunté.

-Lo que tú quieras princesa. -Respondió.

-¿Puedes seguir llamándome _______? Solo tú al menos. -El sonrió y asintió con su cabeza.

-Termina de desayunar e iremos de compras. Luego estaré de viaje por unos días.

-¿Tu y yo no vamos...?-Pregunté un poco avergonzada.

-No. No hasta que nos hayamos casado cariño.-Dijo guiñándome el ojo. Se puso de pie y se retiró.

La vergüenza me consumía, no me sentía dueña de esa mansión enorme así que al terminar de desayunar me quedé allí sentada esperando a que el viniera por mi.

Luego de eso me llevo de compras y eligió la ropa que quería que usara, ni siquiera pude escoger mi propia lencería pero está bien, ni siquiera soy dueña de mi misma así que me siento en una puta silla y asiento con mi cabeza mientras el me muestra diferentes prendas.

El lujo, las compras y los autos me fueron ablandando un poco el odio que le tenía a Massimo, además no lo veía demasiado y eso me permitía creer que el no era tan malo como pensaba.

Allí podía hacer lo que yo quisiera, había días en los que leía, otros en los que hacía cerámica, otros días en los que simplemente me limitaba a tomar sol y regando las plantas del jardín.

Muy pocas veces pensaba en mis padres y en el dolor que me había generado que ellos me entregaran como parte de pago a Simone. Pero mayormente pensaba en Bill, en lo diferente que hubiese Sido mi vida con el.

Trato de no pensar más en el y aceptar que esta es mi vida ahora, esta es mi realidad y por mucho que quiera a Bill, el no vendrá a sacarme de aqui.

Antes de la boda aprendí a usar un arma para defenderme, tome lecciones de defensa personal y comencé a acompañar a Massimo en sus reuniones. Para el era importante tener a alguien en su casa en quien confiar, alguien que esté a su altura y cuide de su negocio al igual que el.

Cuando sintió que estaba lista montó una boda lujosa en la  que toda mujer quisiera vivir. Todas menos yo, yo hubiese preferido casarme en un lugar más sencillo de la mano del estúpido de Bill, pero no, allí estaba caminando con un vestido pesado y costoso por el altar, mirando a aquel alto y musculoso tipo que en minutos se convertiría en mi esposo.

No escuché un carajo a la aburrida charla del padre, me importaba una mierda lo que hablara de amor porque sabía que entre nosotros no había ni una pizca de amor. Solo dije "acepto" cuando fue el momento de decirlo y luego pase toda la noche sonriéndole a todo el mundo como si fuese a estar feliz.

La noche de bodas fue la peor parte, estaba aterrada por estar con otro hombre, y a su vez sentía que traicionaba a Bill. Mantuve mis ojos cerrados imaginando que el estaba ahí,pero era claro que no era el, no era delicado,ni muchos menos pensaba en mí preguntándome como estaba.

A Massimo lo único que le importaba era cojerme y terminar dentro de mi como si fuese cualquier cosa desechable.

Recuerdo haber pensando que Bill sería incapaz de hacerme sentir así.

Las primeras noches como esposos tenía que soportar, que luego de tener relaciones conmigo se fuera a cojer con otra mujer en mi propia casa,mientras yo escuchaba eso. Los primeros días lo toleraba  pero luego de una semana, comencé a beber y a fumar,para intentar evadir el problema.

Una noche me harté y tomé el arma que me había obsequiado Massimo. Caminé en porta ligas mientras llevaba en mi espalda su saco. Los gemidos se escuchaban más fuerte cada vez más por el pasillo, abrí la puerta repentinamente y no dude un segundo en dispararle en una pierna a Massimo.

En ese instante supe que la dulzura e ingenuidad que caracterizaba a _______ había muerto. Estaba cansada de ser abusada y que todavía tuviera que soportar más faltas de respeto. Estaba harta de esta vida.

La joven salió corriendo de la casa mientras yo me reía. Massimo estaba en la cama cubriéndose la pierna que no paraba de sangrar

-¡¿QUE CARAJOS HICISTE?! ¿TE VOLVISTE LOCA? -Camine hasta quedar frente a el y puse mi arma en sus pelotas.

-Yo se que tú piensas que soy una niña tonta, pero te aseguro que la próxima vez que te escuche con otra mujer en mi casa,te dispararé aquí sin dudarlo. -Solté.

-Hazlo bien y...-Lo interrumpí mientras subía el arma hacia su pecho.

-No te atrevas a echarme la culpa a mi. Eres un infiel, y me da igual si lo haces, pero aquí en frente de mis narices no. -Presione más contra su pecho y se rió.

-Deja de pensar en el mientras te follo y puede ser que deje de engañarte. -Respondió.

- ¿De que mierda hablas? -Pregunté.

-Tu sabes de qué hablo _______. Tu sabes que tienes a alguien en la cabeza que no te lo has podido sacar. --Tomó el arma que estaba en su pecho y la giro hacia el mío. -Olvidate de el porque a mí también se me puede escapar una bala cariño. -Soltó.

Secreto Oscuro (Bill Kaulitz y tú) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora