Fianza

130 13 5
                                    

El sonido de las rejas cerrándose fue el punto que determinó que realmente se habían metido en problemas. No fueron las sirenas, ni las patrullas o las esposas, no creyeron haber tocado fondo hasta quedar encerrados en la comisaría.

—Tienen derecho a una llamada, piénsenlo bien —fue lo último que dijo el oficial para dejarlos solos.

Nadie se atrevió a decir nada, no hasta que Yone desquitara toda su furia con ellos.

—¡Primero adentrarnos en propiedad privada, luego los putos autos y eso no fue suficiente sino que destrozaron el maldito set!

—Destrozamos —corrigió —. Tú también participaste —comentó el de cabello verde acomodado entre la pared y el suelo frío.

—¡Les dije claramente que se comportaran! ¡Ahora pasaremos quién sabe cuánto tiempo aquí encerrados! ¡Y a la mañana siguiente con paparazzis esperándonos afuera de las puertas!

Sin darle mucha importancia, Aphelios sacó una cajita de color rojo de su vestuario. Un juego de cartas capaz de romper amistades.

—Siempre pensando en todo, Phel. Dame la baraja —estar encerrado tras las rejas parecía ser lo que menos le interesaba a Kayn, y eso hacía hervir más la sangre al peli-blanco, por lo que giró en dirección a los co-líderes esperando que dijeran algo.

—Yo también quiero jugar —exclamó Ezreal.

K'Sante y Sett parecían ser los más calmados mas no desinteresados de la situación. Tenían que pensar en cómo salir de ahí antes de que amaneciera y evitar que su apenas existente nombre se viera manchado por la prensa.

—¿Y bien? ¿Tienen una idea? — preguntó al dúo.

—¿No tienes algún contacto, Yone? —cuestionó el de tes oscura —¿Tu hermano?

El de cabello blanco soltó una ligera risa con cierta ironía.

—Se reirá apenas le cuente dónde estoy. Dejará que nos quedemos aquí toda la noche.

—¿No le podemos llamar a Alune? —comentó sentado desde la comodidad del piso mientras jugaba con Kayn y Aphelios.

—Ella es la que menos debe enterarse, nos matará a todos cuando lo sepa —dijo el pelirrojo con los brazos cruzados.

—Ok, ¿y tu mamá, Sett? —cuestionó el productor del grupo.

—¿Estás loco? Ni en un millón de años le diré a mi mamá que estoy encerrado con la policía. El escándalo del paparazzi me lo dejó pasar pero esto ni de broma.

El pelirrojo estaba ansioso, porque no tenía muchas opciones. Al ser el líder él tenía la responsabilidad de sacarlos y realizar la llamada, pero entre sus contactos sólo podía confiar en dos personas: su mami y...

—Creo que sé a quién llamar —mencionó sin buenos ánimos, pero sabe que no será peor que su madre.

—¿Sí? ¿A quién? —cuestionó Yone.

—¡Oficial, quiero hacer una llamada!

El policía abrió las rejas dejando salir sólo al líder del grupo. El teléfono quedaba al extremo opuesto de la celda, por lo que los chicos escucharían con atención la llamada. Ni bien pulsaba los números del aparato, su postura se tornaba como a la de un perro regañado, con la cabeza y las orejas agachadas.

El trío paró de jugar y nadie hizo ningún ruido. Se hacían teorías de a quién iría a llamar, aunque uno o dos ya se hacían una idea.

—¿Sí? Hola, perdón por despertarte... —susurró —. Veraz, es que... —hizo una corta pausa para soltar la verdad de su situación —Estoy en la cárcel —el mestizo apartó repentinamente el teléfono de su oído tras el grito que sonó del otro lado de este.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 29 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cortos [Settahri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora