"¿Así que hoy en mi casa?"
"Me lo pensaré"
"Eso dijiste la semana pasada"
La chica pensó un momento lo que iba a escribir. Sí que quería ver a Kayn, pero si iba a ir a una casa donde estaba casi llena de desconocidos, prefería ir acompañada con alguien más.
"¿Te molesta si llevo a alguien?"
Los tres puntitos en el chat aparecían y desaparecían. En estos momentos, Akali no tenía mucha paciencia, no había comido desde la mañana y le estaba comenzando a doler la cabeza. Sin esperar una respuesta fue con la única persona —además de ella— que estaba en el departamento.
Ahri se encontraba en su habitación, acomodada entre su cama con su pijama aún puesta. Y con ganas de no trabajar y salir en toda la semana y así evitar el contacto con otros vastaya, así es, estaba en su época de celo.
La época de celo de una vastaya como Ahri ocurría cada mes, algo tedioso a su parecer, pero de lo cual tenía que resguardarse para evitar algo fuera de lo normal en su comportamiento hormonal.
¿Qué no hay formas de controlarlo? Las hay, pero tenía efectos secundarios de por medio. Los avances tecnológicos habían creado pastillas para controlar las hormonas sexuales durante esas épocas, pero no le agradaban a Ahri por sus efectos: irregularidad en la regla, dolores de cabeza y nauseas. Para la vida activa y laboriosa que tenía, prefería no tomarlas.
Había otras alternativas más primitivas, pues había lugares especiales donde los vastayas solitarios y en su época de celo eran bienvenidos para desahogar sus deseos. Pero tampoco le gustaban esos lugares, ya que probablemente no llevaban un control de quién entraba y salía, por lo que ni siquiera tomaban en cuenta si los clientes tenían alguna enfermedad de transmisión sexual. Sin mencionar que también era una figura pública.
Por lo que, su opción más segura era el quedarse una semana en casa. El tema es todavía un taboo, por lo que le daba vergüenza hablarlo con personas que no fueran vastaya ya que, el deseo sexual de un vastaya en su temporada de celo era mucho más fuerte que el de una persona normal.
Mientras buscaba algo que ver en Runeflix, Akali tocó a su puerta. La rubia le dio permiso de pasar.
—Cámbiate, vamos a salir —ni un "cómo estás" mínimo.
—¿De qué hablas?
—Kayn me invitó a su casa y quiero que vengas conmigo.
—¿Y por qué iría? —preguntó frunciendo su ceño.
—Porque eres mi amiga —parecía como si de ella salieran corazoncitos y estrellitas por la forma en que lo dijo.
—Estoy de descanso, Akali.
—No vamos a ir a trabajar, sólo vamos a convivir —se aplastó encima de la cama de Ahri tratando de que ella quitara la atención del televisor.
¿Cómo le decía que no puede salir porque si lo hace va a atraer a todo vastaya que se le cruce? Además, ¿no vivían todos juntos los chicos de HEARTSTEEL? No sabía mucho del grupo, pero de lo poco que se había enterado es que Sett, el líder, era un mestizo mitad vastaya, mitad humano.
Pensándolo bien, si era mitad humano tal vez no le afectarán sus feromonas durante su temporada. Aún así, no se sentía del todo convencida.
—¿Y qué gano yo a cambio?
La rapera jadeó indignada.
—Las amigas se ayudan una a la otra incondicionalmente sin esperar nada a cambio.