Capítulo 14

4 0 0
                                    

Mi niñito

Sentí un movimiento en el otro lado de mi cama. 

Joder, justo cuando nos empezamos a dormir.

Pues sí, ahora, ¿quién será?

Me giré de medio lado para ver un Bog que se quitaba las botas. La verdad sí que parecía un guiri de Inglaterra, con esa camisa y el suéter encima. Parecía cansado, después de quitárselos, los puso lejos de la cama, se sacó el suéter y la camisa, para meterse conmigo en la cama.

Me giré para quedarme frente a él. Sí que lucía cansado. Sus cabellos castaños le tapaban parte de la frente y las cejas. La cortina no estaba cerrada, por lo que infiltraba unos rayos de luz.

—¿Te he despertado?

—Sí, pero no pasa nada. ¿Qué tal hoy?

—Bueno, ha sido más cansado que los otros días, como he caminado un montón.— le pasé la mano por el pelo, haciéndole mimos. Era una de las cosas que desde el otro día le hago. Le relaja mucho.

—¿Y tú qué tal?

— He ido a dejar las cajas en Correos, para que cuando estemos en Barcelona ya hayan llegado. Luego me he encontrado viejos amigos, y nos hemos ido a comer juntos. Ha sido la bomba. Es como si volvieras al pasado, te acuerdas de las tonterías y locuras que hacías. Aparte que recuerdas cosas y te descojonas con ellos.

—Me alegro de que te lo hayas pasado bien.— dijo cerrando los ojos ante mis caricias

—¿Mañana te gustaría ir conmigo a correr por el bosque?

—¿Tú ya puedes correr?

—Claro, ¿quieres?, si no no pasa nada, lo entiendo.

—Claro que quiero, así paso tiempo con mi persona favorita.-Me pegué más a él, con un abrazo.

Ahora los papeles se invirtieron, era él que me daba mimos en el pelo. Este era el pan de cada día a la hora de ir a dormir. Y no me quejaba, porque dormía con extrema facilidad. Me dio un beso en mi frente, y ya los dos perdimos el rumbo, al rato dormíamos plácidamente los dos.

                                                                                   ««««»»»»

Me desperté por la mañana con una aura diferente. Aparte de que era domingo, el ambiente, el aire se sentía menos pesado. Y Bog no estaba a mi lado. Fui a lavarme la cara, y toda la rutina de mañana. Me cambié a una ropa deportiva con una chaquetilla arriba por si tenía frío. Me llevé la sorpresa, fue encontrarme a Bog cocinando en la cocina, preparando algo que, desde lejos, parecían tortitas.

—Buenas Bog, mirate un galán total.

—JAJAJA, me encanta tu cocina, tienes todo organizado por secciones o algo así. Porque tienes los carbohidratos en una parte y lo otro todo organizado. Me hubiese tardado más encontrarlos en mi propia casa que aquí. Espero que lo organices allí igual. 

—Vale, me gusta más porque es más fácil de encontrar. Voy lavando fruta, para trocearla y ponerla en los panqueques. Luego hago los cafés cuando los chicos se levanten, ¿ea?

— Después del superdesayuno a las montañas. Y los otros que se busquen algo que hacer mientras tanto.-dijo girando una tortita.

—Pues la verdad que se paseen por casa, o fuera. No sé donde hay los juegos, pero seguro los encuentran antes que mi.— empecé a cortar las manzanas, para juntarlas con las frambuesas.

—Es tu propia casa, por favor. Dejando eso de lado, ¿ya has recogido todo, verdad?

—Sí, está todo, o recogido porque me lo llevo, o guardado porque se queda.— afirmé mientras ponía ya los platos sobre la mesa.

—Entonces, ¿nos vamos ya?

—Si no os importa mañana o pasado mismo. Así ya empiezo con el cambio, ¿sabes?

—Buah, con solo pensarlo ya me veo lavando platos o barriendo.

—Auch, me ofendes, si ya verás que al día que ya me acostumbre me la pelará. U os daré órdenes a diestra y siniestra JAJAJA- dije sin contener la risa.

Nos lo vamos a pasar bien, ordenando a todos lo que se nos venga a la mente.

Sí, ya nos vemos en el trono.

Yo quiero estar encima de otra cosa, pero bueno, como quieras.

Chica, por diosito santo.

—Voy despierto a los chicos, mientras tú ves preparando el café, el mío con leche y si hay espuma también.

—¿Con vainilla o chocolate?, son los sabores de espuma que hay.

—Vainilla, a los chicos lo mismo, menos Daker que ese es más amargo que no sé qué. 

—Voy, venga despiértalos, que se enfría todo.

                                                                        ««««»»»»

Después de un desayuno bastante animado, Bog y yo estábamos en el coche, los chicos habían decidido quedarse en casa, porque habían tenido una semana ajetreada. Yo había puesto fruta y agua en el coche, en caso de que la necesitáramos, y obviamente, no podía faltar la famosa manta de pícnic. Sí, la que presencio el desastre en la playa, ese día en la piscina de noche, y mil salidas con amigos, familiares y parejas. En conclusión, había presenciado mis mejores momentos. Y rumbo a las montañas de mallorca.

— Será un día de diez, ya verás.— dije arrancando, con las manos al volante, sacándolo del garaje.

—Normal, como voy a estar contigo. No, pero ahora fuera coña, ¿tú podrás correr?

—A ver Bog, no vamos a empezar a tope, y si calentando y trotando veo que me duele, paramos y solo caminamos. Tampoco pasará nada, estoy bien. Es más, creo que me sentará de maravilla un poquito de movimiento. 

—Mientras no te hagas daño, mi cielo voy contigo. 

—Mira, pon música si quieres.

—¿La que quiera?

—Claro, a ver no me pongas aquí algo de los 80-90. Algo actual, ¿eh?

—¿Qué te parece la de "Clavaito"?

—Buah, esa es de mis preferidas. Ponla si quieres, pulsa ese botón, exacto, espera pongo la huella. Dale, todo tuyo.

—Pedazo cochazo tienes chica. ¿Cuánto te ha costado?

—Unos 100 mil euros, piensa que es el Range Rover Sport. 

—Ojalá tenerlo yo, pero está carísimo, no, lo siguiente. 

—No lo pagué yo, así que ni caso chico.

—¿Cómo?

—Fue un regalo, cosa que se ha vuelto mi niñito mimado preferido. 

—No por mucho tiempo— dijo pasando la mano por el cuadro de control.— dentro de muy poquito-hizo un gesto con los dedos de miniatura— seré tu nuevo niñito mimado preferido, ¿a que sí?

—Eso lo veremos.

—Déjame conducir.

—¿Eh?

—Que sí puedo conducir tu range.

—¿Para qué?

—Me hace ilusión

 —Como lo rayes te comerás tal ostia.

—Sí, sí, no te preocupes, tú dejame, por favor.

—Va

Paré entrando un poquito a la zona de tierra para intercambiar nuestros asientos. No lo negaba, tenía miedo de que lo rayara o le hiciera algo. ¿Pero qué le hacemos? Me senté de copiloto y puse el GPS, él no se sabía el camino de memoria. Así que tocaba eso. 

Ya pagará por los daños ocasionados.

Eso, por ahora, toca confiar.

Mirale las manos.

Ya no másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora