Una historia de un chico que reencarnaría en uno de sus animes favoritos, sin embargo, sería bendecido con sus recuerdos y un cuerpo mas apto para enfrentarse a la amenaza de los Titanes.
Un 30 de marzo habría nacido un bebe con una particular característica, pues este niño habría nacido con la mitad del cabello rojo y la otra mitad de blanco.
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Rápidamente con esta particularidad me costaría hacer muchos amigos, la mayoria de los niños les parecía algo raro y hasta recibía algunas burlas, no los culpos, los niños pueden ser muy crueles al no saber bien el daño en sus palabras.
Tampoco era todo tan malo, nací en el distrito de Shiganshina, un poco mas despegado de las murallas, a diferencia de otro niño que después conocería.
Recuerdo mucho que mi madre solía decirme que era un bebé lloron, como si esta fuera la segunda vez que vivía, si tan solo supiera la verdad
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Desde mi nacimiento hasta mis 4 años de edad fueron normales, no salía tanto de mi casa por mi cabello, a mi madre no le gustaba que saliera tanto, me imagino que es parte de su sentido protector, ella no sabía que en realidad me la pasaba buscando a 3 personas en específico
Todo cambiaría cuando cumplí 5 años, empece a sentir cambios en mi cuerpo inexplicables, en realidad era lo que había estado esperando desde que nací, por un momento llegue a pensar que el Dios me había traicionado, pero hasta ahora ha cumplido con su palabra.
Los recientes cambios que mi cuerpo estaba manifestando iban desde tener mis manos congeladas hasta mi temperatura cambiando en cada momento, mi madre no parecía ver estos cambios, lo que para mí era un alivio, puesto que no tenía que esforzarme en ocultarlo.
Casi todos los día solía salir y practicar con botellas que me encontraba tiradas en las calles, primero empezaba con mi particularidad de hielo, si algo salía mal sabría que no sería tan raro como ver una casa quemandose de la nada.
Los meses iban pasando y cada vez lograba dominar más mi particularidad de hielo, había mejorado bastante, la primera vez que lo intente muy apenas y podía soltar un pequeño copo de nieve, y ahora podía formar pequeñas estalactitas de hielo, aunque por el momento no podría lanzar ningún ataque.
Todo me iba saliendo bien, pero sería un día el que lo cambiaría todo. Como de costumbre saldría de mi casa directo a mi lugar de entrenamiento, pero habría algo que llamaría mi atencion a medio camino, habían sido dos niños sin una cara aparente los que habrían captado mi atención.
